martes, 17 de octubre de 2017

Efecto mariposa

No sé si con el paso de los años me estoy volviendo ñoña... pero cada vez valoro más la rutina, la normalidad, el que nuestras vidas sean despertar, llevar niños al cole, al parque, a cumples, ver dibujos, plantar semillas, barrer hojas en el patio, hacer comidas y cenas, ir al mercado, reunirnos los findes, poner lavadoras, dormir agotados, cogernos de la mano, visitar a los abuelos, preparar la navidad y todas las fiestas...
Bendito privilegio que cada día sea igual, todos tan comunes y corrientes; que no tengamos sobresaltos, que nuestras discusiones sean porque se acabó la leche y nadie avisó, porque en vez de las 6 eran las 7 cuando llegó marido, que estemos sanos y que no nos demos ni cuenta hasta que nos resfriamos.
Que no tenga ganas de irme de puente porque quiero estar en casa (y eso que no salgo nunca de casa, que es lo que tiene trabajar en ella), despertar tarde, disfrutar de los macro desayunos que hace mi amor, sacar al perro, limpiar nuestro hogar, mirar una peli y comer palomitas. Esperar que mi hija mayor llegue a casa (sana y salva) y me cuente las cosas chulas de la universidad, tierra de sueños. Desear buenas noches a mis hijos pequeños, verles dormir, verles despertar, mirar sus manos negras de tierra y juego.
Y todo esto lo escribo con lágrimas porque antes no me daba cuenta de que la normalidad de lo cotidiano es lo que más se acerca a la felicidad. Que antes ambicionaba no sé muy bien el qué. Pero de repente esa sensación de "lo efímero de la vida" entró en la mía y ya no se me fue nunca.
Y cada vez que me enfado de algo absurdo me golpeo el pecho y pienso en lo boba que soy. Que debería ser más como el piojillo, que siempre tiene solución para todo. Conciliador y práctico que es él con la sabiduría de sus 4 años. Que me tengo que quejar menos... agradecer más. Reñir menos a mis hijos cuando hacen cosasdehijos.
Llevo unos años entendiendo que de eso va todo... luchando contra mi mal humor, tratando de escuchar más, de dar más amor... y qué difícil. Lo intento cada día porque sé que un día igual a otro es lo mejor que nos puede pasar y antes no tenía esa certeza. Que la vida hace pito pito gorgorito y el caos pasa por tu lado, casi rozándote pero sin darte. Simple casualidad. Mañana quien sabe.
Y me da pánico que una llamada, una analítica, o el efecto mariposa lo cambie todo de repente. :-(

jueves, 5 de octubre de 2017

Parir, el poder del parto

Ibone Olza fue la primera persona que llegó a casa a celebrar la llegada del bebé. Fue recibida por la hija mediana, que con la solemnidad que la caracteriza le informó muy seria: Aquí ha habido un parto.  Se notaba: El olor, dulce y extraño, todavía permanecía en la casa… pero especialmente la luz, el calor – como muy bien cuenta Carol sobre el suyo en el spot de Flex- y un indescriptible halo de amor que lo envolvía todo. La familia no solo estaba enamorada del bebé, sino unos de otros.  
La madre recién parida era yo, y el recién nacido, mi último hijo: El piojillo. El éxtasis dura todavía.


Nos vimos dos días antes en la presentación de su libro Nacer por cesárea que coincidió con un momento muy intenso para mí, que cambió el rumbo de aquel futuro por llegar y en el que también estuvo sosteniéndome…   Y la noche previa al nacimiento: en la fiesta maravillosa de bendición de parto que me había organizado mi hija mayor junto a mis cómplices amigas. Sus abrazos y mis lágrimas emocionadas liberaron un volcán de oxitocina que precipitó todo…


Cuento esto porque leyendo su reciente libro: Parir, el poder del parto, no he podido dejar de recordar cada detalle y el contexto de aquel día (y de mis otros partos, tan diferentes y  las tantas lecciones que dejaron cada uno), ordenar las piezas y encajar perfectas, cual un puzzle con toda la evidencia científica que nos presenta. Me he sentido emocionada y privilegiada por haber podido sentir, en mi ser: cuerpo y alma, la diferencia.

Leer a Ibone es como escucharla. Y para mí, que la tengo tan cerca, siempre es un placer oír de su boca lo importante de recibir a los bebés con amor, de ofrecer a las madres ese espacio de libertad y cuidado para poder parir como deseen.

Parir, el poder del parto (Ediciones B, 2017) es un libro absolutamente imprescindible para los profesionales de la salud materno-infantil y que fácilmente se puede entender por madres y padres. Se degusta desde la primera página, con un delicioso prólogo escrito por Iciar Bollaín, y nos lleva de la mano, con el lenguaje cálido, claro y científico que caracteriza a Ibone, hacia el milagroso momento de traer al mundo a un bebé. Nos cuenta todo lo que tiene que estar en su sitio -como si se tratara de una danza perfecta y delicada- para inaugurar la vida y el amor. Nos ofrece múltiples estudios, autores y citas (ella es amante de leérselo todo y su fuerte son las publicaciones científicas) para comprender mejor por qué es tan importante respetar aquella magia de hormonas y de piel.

Y también qué ocurre cuando no se respeta. Los aspectos psíquicos y físicos de un mal parto, incluso traumático, y las secuelas que ello puede dejar de cara a la edad adulta. Nada es gratuito…  Queda en la memoria de madres e hijos. Una vez más, desde la neurobiología, Ibone habla sobre las consecuencias de interferir con el proceso y cómo, cuando la intervención es necesaria pero respetuosa e informada, las madres viven la experiencia de otra forma.  

Parir, el poder del parto es un libro que resume, documenta y evidencia diferentes facetas en torno al parto y nacimiento, no solo desde el argumento científico, sino desde el emocional, los testimonios y, el a veces, camino doloroso que significa comprender, aceptar, que nuestros partos no fueron lo que esperábamos… y la energía poderosa que se te queda en el cuerpo y en el cerebro cuando es gozoso. Las activistas lo sabemos. Algunas hemos tenido el privilegio de saborearlo…


Recomiendo leer a Ibone no solo por el cariño inmenso que le tengo, sino por la gran maestra que es y cuánto la admiro como profesional. Y le agradezco a la vida que los nacimientos de nuestros hijos nos hayan unido para, como ella bien dice en el libro que me ha dedicado: “que sigamos aprendiendo juntas, por las madres, por los bebés”. 


Ausente, pero no.

  No entro mucho por aquí aunque lo estético sea estar presente en redes. Y lo que sucede en realidad es que los días pasan rapidísimo y no ...