viernes, 21 de diciembre de 2012

Habemus Piojillo - Parte Tres

Un comienzo furioso...


Hice otra llamada. Esta vez a una amiga querida. Le conté la situación, muy nerviosa... en realidad no pretendía que me dé soluciones, sino escucharme a mí misma decir en voz alta lo que estaba pasando. Necesita sentir esa voz amiga. No podía creérmelo... ¿Qué hacía? ¿Llamaba a otro profesional? ¿Me iba directamente al hospital? Hacía unos días leía el parto de mi amiga Nuria, en el que contaba los miedos que tenía: no fueron miedos a que algo fuese mal durante el parto, sino miedo a que cualquier cosa me impidiese parir tranquila en casa y nos hiciese ir al hospital...
Esos eran mis miedos también. Se estaban haciendo reales. 

Las contracciones se hacían más intensas, más largas, más frecuentes. Después de hablar con mi amiga tenía claro lo que haría. Nada me impediría parir como soñaba...

Decidí pedir que viniese otro profesional a valorarme y en función de eso, decidir si ir o no al hospital elegido, de urgencia. Se lo dije a mi matrona y me dio el nombre de su sustituta... No la conocía de nada, pero no podía hacer otra cosa que aceptar. 

La hora había avanzado y llegó la doula del equipo. Escuchó mi enfado pacientemente, apoyando cada una de mis decisiones. Tengo que agradecerle desde aquí lo excelente profesional que es. Quienes me conocen, saben que no tengo precisamente buen carácter y estas circunstancias estaba muy pero que muy enfadada. Paca, la doula, aguantó estoicamente toda mi mala leche y acompañó el momento con amor. 

Un parto a lo "Margareth Tatcher" 

Las contracciones seguían. No eran dolorosas, pero sí molestas. En cada descanso yo dictaba órdenes: pon esto aquí, trae lo otro. No tenemos esto, prepara aquello. Caminaba de un lado a otro pensando en todo aquello que faltaba. Preparé una mochila con cosas para el hospital, escribí un par de cosas para que no se me olvidaran, intenté hasta ir a limpiar Entre Mamás, pensando que me quedaba mucho... pero había tantas cosas sin hacer que finalmente preferí quedarme casa a esperar que llegase la nueva matrona. Mientras hacía todo esto, protestaba: "esto no es normal". 

En poco menos de una hora me cargué todos los esterotipos de parto en casa. No quería música ni luces bajas. Ordené que se encendiesen todas las luces y que se bajaran las persianas. No porque me molestase la luz del día que empezaba, sino porque no tenemos puestas las cortinas. Nunca entré en el "planeta parto", ni desconecté de nada. Pero eso no me sorprendió en absoluto porque sabía que "esa era yo". No me iba a volver zen de repente. Totalmente cerebral, lo único que hacía era abrir un poco las piernas y apoyarme en algo cada que vez que llegaba la contracción, respirar y seguir andando por mi salón lleno de cajas, diciendo a cada uno lo que faltaba por hacer y cómo hacerlo durante los descansos.  Si la situación no hubiera sido real, hubiese parecido una comedia americana...

Me molestaba el ruido infinitamente y cuando escuché inflar la pelota de parto, mandé callar ese ruido-horror que en ese momento me parecía que era como de cadenas herrumbrosas. "No quiero ninguna pelota". Cada vez que tenía una contracción me quedaba quieta y con los ojos cerrados, intentando relajar el útero. No había dolor, pero si era muy molesto y estaba tan enfadada que era incapaz de pensar en olas marinas o pajaritos volando. En ese momento, si alguien me tocaba me invadía una furia infinita y le ordenaba que no me tocase. Como cuando los perros están comiendo y si te acercas, gruñen y enseñan los dientes.... igual.  Aunque mi hija me cuenta que visto el cuadro ahora mismo, era "divertido", en ese momento ella pensaba "que pena... tanto esfuerzo para esto".  Yo, me sentía dueña absoluta de la situación, furiosa sí... pero en control.

El poder de la palabra

Así estábamos y ya eran las nueve. Cada cierto tiempo preguntaba si faltaba mucho para que llegara la nueva matrona. Siempre la misma respuesta "no, ya está cerca". Tenía a mi hija y a Paca apuntando en un papelito los minutos exactos de cada contracción y lo que duraba el descanso. De repente una contracción me obligó a sentarme. Me dolió. Hasta ese momento todo había sido llevadero y relativamente normal para  lo que yo esperaba (he de decir que no aguanto ningún  tipo de dolor... soy muy quejica y esta contracción me pilló desprevenida). Inmediatamente pensé "me duele porque tengo miedo. El miedo hace al dolor..." y se lo dije a Paca: 

Paca, así no voy a poder. Esta contracción me ha dolido. Y me duele porque tengo miedo. Si no tuviera miedo no me dolería nada. Necesito una matrona aquí y ahora. 

Por un momento, en esas dos contracciones horribles, sentí que lo había perdido todo... que se había torcido todo de tal forma que ya no había vuelta atrás. Se iban al garete mis sueños. Entonces, Paca con inmensa tranquilidad me dijo: 

Claro que vas a poder. No necesitas a nadie. Vas a parir tú. Es tu parto.  

Esas palabras, tan ciertas, tan mil veces repetidas a otras mujeres como dogma de fe, fueron bálsamo.  Sentí la fuerza de mil mujeres en mí. Recordé la noche anterior. Los testimonios, las reuniones, las amigas, los abrazos, mi primer parto, el nacimiento de Piojilla que lo cambió todo. Como cuando estás a punto de morir y dicen que pasa la vida por tus ojos... El chip me cambió por completo.
Era todo lo que necesitaba para recuperar el poder y la fuerza. En ese momento pensé. Si, claro que voy a parir. Es mi parto coño. Nada va a arrebatármelo...  y el timbre sonó.

La siguiente contracción volvió a ser llevadera. Recuerdo haber caminado hasta el pasillo para abrir la puerta del edificio, pero mi hija ya se había adelantado. Volví sobre mis pasos para abrir la puerta del piso. Mi amado estaba detrás de mí como una sombra. Dejé la puerta entreabierta y a continuación me apoyé en los brazos de mi marido. Nunca he sentido tanta protección. Y de repente la sensación de pujo estaba allí... 

"Ya no vamos a ir a ninguna parte. Ya no hay tiempo" le dije. Y como si fuera un dèjá vu, la orden: Cariño: quítame los pantalones... quítame todo.

Me desvistieron entre Paca y él, amorosa pero rápidamente. Y entró Aythami. Como una mariposa. Suave. Cálida. Tranquila. Delicada. cuando la vi, pensé que era casi de la edad de mi hija de lo dulce que se la veía, pero a los dos días supe su edad y sus años de experiencia... Sus ojos claros y tranquilos me hicieron sentir bien y confié. "Hazme un tacto, quiero saber cómo voy". 
A pesar de la sensación de pujo anterior, no sé por qué pensaba que me faltaba un buen rato para estar en completa. Por eso, cuando me dijo: 
"Claudia, estás en completa"... mi sensación fue de incredulidad absoluta.
- ¿De verdad? dímelo otra vez? En serio?
- ¡De verdad! (sonriendo siempre). 

Fuera del estrés vivido, había sido todo tan fácil y rápido... no me lo creía. En ese momento, Popeye hubiera parecido a mi lado un alfeñique. Sonreía feliz. ¡¡Hija!! ¡¡sácame una foto!! Y sonreí para mi foto. Piojilla se había despertado, como siempre cuentan las madres que dan a luz en casa. Que hasta el expulsivo, los niños no se enteran de nada. 

Pasaron 4 minutos antes de la siguiente contracción. No siento nada, le dije a Aythami. "No te preocupes, tu cuerpo te da un descanso. Cuando tu quieras, estamos listas..."
Me dio tiempo a agradecerle a Aythami su presencia, a disculparme con Paca que había pagado mi mal humor sin ser culpable, a hacerme la foto, a apoyarme en mi amor y pedir que le trajesen un banquito para que pueda sentarse, a decirle a Piojilla que volviese a la cama y que le llamaríamos ahora mismo, a decirle a mi hija mayor que trajese la toalla roja para recibir al bebé... a pensar en todas las mujeres que estaban a mi lado en ese momento. 

Y sentí mi vagina abrirse. Mi bebé descender... Un pujo que hizo mi cuerpo solo, sin que nadie hablase, sin que nadie interrumpiese, solo el silencio y el sonido de mi voz acompañando el momento. Luego, un micro segundo de ardor en el que en vez de pensar "me muero, me parto en dos" como leí tantas veces, pensé con toda la felicidad del mundo: "¡¡¡estoy pariendo!!!" y entonces otro pujo espontáneo sacó de su pequeña casa a mi bebé... y nació. Sólo fueron seis minutos de expulsivo y lo sé, porque entre foto y foto (tomadas por una emocionadísima hija-doula) sólo hay esa diferencia. Lo recibió Aythami y me lo dio rápidamente .. Piojillo estaba aquí. Todo eran risas y felicidad. Lágrimas emocionadas.




Antes de alumbrar la placenta me hice un vídeo dando las gracias a las mujeres que una noche antes me habían abrazado tanto, allí mismo y desde la distancia. Tomé cuatro vasos de zumo de naranja y brindé por todas.

Mi parto no fue como yo había planificado. Pero, sin lugar a dudas, fue como yo quería. Fui dueña de mis decisiones, de mi cuerpo, de cada instante... desde el enfado, desde la calma, incluso cuando pensé que se había perdido todo. Estuve acompañada por quien amo. Acompañada por las mujeres que me rodean a diario y que en estos siete años me han enseñado tanto.

El parto fue mío. Fue de todas.

Minutos después 










miércoles, 19 de diciembre de 2012

Habemus piojillo - parte dos

Parte dos. ¿¿Y ahora qué??

Las siete y media. Llevaba una hora así... No tenía nada preparado excepto mi caja "kit de parto", regalo recibido pocos días antes, pero no importaba. No se necesitaba mucho más. Estaba eufórica y decidí que era el momento de llamar a mi matrona.

Mi primera opción, un parto en casa, había sido muy meditada. Pensé muchísimo antes de elegir a la matrona que deseaba que atendiese mi parto. Cuando la encontré y hablamos por primera vez, le dije que mi elección se basaba no sólo en otras experiencias maternas y el "buen rollismo" que podía haber entre nosotras, sino en que consideraba que ella era la persona que podía entender a una parturienta como yo: "cerebral y sin misticismos". Por eso, no quería sustituciones. Quería estar segura de que pasara lo que pasara, ella sería quien me acompañara. Así lo pactamos.

Mi segunda opción era parir en un hospital público, y que si se daba el caso de un traslado, hacerlo a este hospital elegido. Pero por varios motivos no pude hacer la canalización a tiempo y en las últimas consultas con la ginecóloga ésta no se había presentado por estar en huelga... No pude hacer el trámite y mi próxima cita estaba prevista para el 17. Sabía que podía, en todo caso, llegar "de urgencia". Pero mi temor a ser derivada al hospital que me correspondía era inmenso. Organización, método... Quería tener todo "cuadrado" antes del gran día; me quedaban tres semanas...

No hubo tiempo. Después de la gran fiesta de bendición de mi parto, donde al menos 30 mujeres se citaron para darme una sorpresa maravillosa... la oxitocina pudo más. Fueron cientas mis lágrimas de emoción ante tanto amor recibido. Y después de esa noche de abrazos y palabras cariñosas, liberada de las penas de los últimos días... mi cuerpo dijo basta y me abrí como una flor.

Estaba muy tranquila y feliz, pensando en lo bien que me sentía, en lo poco que quedaba... dictando a mi hija mayor entre contracción y contracción las cosas pendientes de la semana para que pudiera echarme una mano. Me duché y me arreglé un poco. Quería fotos bonitas. Pedí a Papá Conejo que trajera un par de cosas de la vieja casa. Cogí el teléfono y marqué el número confiada. Hola!!! Siento interrumpir tu sueño, pero tengo contracciones cada siete minutos, bolsa fisurada y aguas claras, tapón expulsado... estoy de parto. 

- Vale. Pero tenemos un problema. Estoy en Bilbao.

De repente todas mis opciones se desvanecieron. A punto de parir, no tenía matrona, ni hospital ni nada.  Me sentí absolutamente abandonada y furiosa. ¿Cómo podía pasarme esto?
Necesitaba pensar con la cabeza fría... Necesitaba sentirme cuidada... Y empezar a decidir entre las posibles opciones. "te llamo en diez minutos, voy a pensar qué hacer", le dije y colgué...


PARTE TRES

domingo, 16 de diciembre de 2012

Habemus piojillo - parte uno

Son las siete menos diez. Llevo con contracciones un buen rato, cada 7 minutos o así... He intentado dormir (casi lo consigo) pensando en que estas contracciones son las de siempre, pero hace cinco minutos, en la última... He fisurado bolsa y expulsado algo de tapón mucoso. La emoción me invade. Estoy de parto.

Ahora mismo, totalmente lúcida, intento pensar en todo lo que me queda por hacer y a quien delegar. Me han fallado mis cálculos por cinco días. O tal vez las emociones de los últimos dos días han sido demasiadas y mi cuerpo ha dicho, venga ya. O tal vez la maravillosa sorpresa de hoy era lo que faltaba para soltarme y sentir que puedo parir tranquila. Tanta oxitocina en el ambiente, tantas lágrimas de alegría y el precioso momento que me ha regalado mi círculo de mujeres, tenía que tener este final. Siento que no estoy sola.

Acabo de hablar contigo y te he dicho:  "hijo, vamos a ello". Por primera vez te he hablado con absoluta seriedad y sin sentimentalismos. Vas a nacer. Te espero. Estoy lista y sé que tú también.
En pocas horas te tendré en mis brazos... Y nuestra casa está todavía patas arriba. Parir entre cajas. Para alguien tan metódico y organizado como yo (hasta provocar el enfado de los que me rodean) que tenía en agenda programado hasta este momento, es un poco locura. Pero todo lo ha sido en este embarazo.
Y otra... Son intensas pero muy llevaderas, indoloras, como han sido siempre las olas que han traído a mis hijos al mundo. Te acercan a mí.

Me acaba de dar síndrome de nido. Ahora mismo. Quiero ordenar todo antes de que las contracciones se hagan tan fuertes que sólo pueda concentrarme en ellas. Pero es muy temprano y no quiero hacer tanto ruido que se despierten todos. Voy a necesitar gente despierta y hábil en pocas horas. Por mi parte me siento poderosa. Viene a mi mente la imagen de aquel dibujo animado de la infancia, He Man, que cogía una espada mientras gritaba "yo tengo el poderrrr!. Pues lo tengo. Lo tienes.

Estamos tú y yo. Ahora si es cierto. No falta nada...



PARTE DOS

jueves, 13 de diciembre de 2012

Amigas...hadas


Para Ángela, que hace honor a su nombre

Y a Adela, Fran, Ibone, Susana, Candy, María, Eva María, 
María Dolores, Estela, Cósima, mis amigas las ocho grandes
y todas aquellas hadas que me cuidan



Cuando creé Entre Mamás, lo hice porque después del nacimiento de Piojilla me sentí abandonada. No hubo hadas detrás de mí. Sólo yo y la soledad del que está rodeado de gente que no te comprende. Un parto al uso, una lactancia difícil, un puerperio triste. Pensaba, sentía, que un sitio como éste era necesario. Y fui dándole forma muy lentamente... ni en el más remoto sueño imaginaba entonces que algún día se haría de verdad.  No podía imaginar que aquel nacimiento serviría para descubrir gente maravillosa, que marcaría mi vida y mi historia. 


Y ahora otro bebé. Y ya no estoy sola.

Durante estos meses de embarazo vertiginoso, en el que casi no he tenido tiempo de pensar en el cambio que va a suponer un nuevo bebé en la familia, he estado rodeada de hadas revoleteando. 
Hadas que se han ocupado de "surtirme" de todo aquello que podrá necesitar mi hijito, por lo que no he tenido que comprar ni un solo calcetín. 
Será un niño afortunado que se pondrá las ropitas que con amor otras madres eligieron y que con inmenso cariño y agradecimiento usará el mío. Cada detalle ha sido cubierto, por la una y por la otra. Tengo casi todo listo y prácticamente no he movido un dedo. Han sido mis hadas quienes, como en el cuento de la Cenicienta, han ido poniendo cada detalle en su lugar. 

Cada hada-amiga ha buscado entre sus tesoros para ofrecérmelos.... y me siento tan feliz de ello! Me las imagino buscando, doblando, acomodando cada cosita en una bolsa... recordando el momento en que fue usada por su pequeño; pensando en el mío. La emoción me desborda.  

En estos meses he recibido regalos preciosos y maravillosos que me han hecho sentir acompañada. No sólo en lo material, sino sus sabidurías... aquellas cosas que ellas saben hacer tan bien. Una llamada, un abrazo, una charla, un masaje, una visita, un vale "para parir como una reina", un hombro para llorar y una tarde de risas. En un momento de crisis económica como el que vive el país, y lo austero que se ve el futuro venir, se agradecen enormemente estos gestos de amor. Os tengo a cada una en el corazón. 

Lo sabéis: Ha sido un año duro. Perseguir mi sueño de Entre Mamás me ha hecho renunciar a cientos de cosas, una a una. He sacrificado a mi familia más de una vez para levantar cada detalle que me rodea y que le da vida a este espacio. He tenido momentos de bajón importantes y me he sentido impotente por no poder hacer más. Por no tener más horas en el día, por no tener más fuerza física... por no poder invertir más energía en todo esto y en cuidar a mi propia familia. Termino el año agotada.

Y además, el bebé. La llegada de un nuevo bebé fue difícil de asimilar al principio, pero tengo el convencimiento de que nada ocurre porque sí y que este hijito viene a enseñarme algo nuevo. Todavía no sé el parto que me espera... queda tan poquito ya y sigo en la incertidumbre, pero ayer, leyendo el de mi amiga Nuria -con quien comparto miedos y expectativas- sentí que seguramente aquello que suceda, será lo que tenga que suceder. Y también sé que nada le faltará; nada nos faltará: que estará -estaremos- rodeado (s) de otras madres y sus brazos amorosos. 

He recibido muchos regalos, os decía... pero escribo este post pensando en uno especial. 
Anoche, un hada rubia y con acento me dejó una caja sospechosa. "Una cesta de Navidad" me dijo. Para abrir antes del parto... Pedí permiso para abrirla cuando llegase a casa (imposible aguantar más tiempo la curiosidad) y no fue hasta pasada la media noche que pude ponerme a ello. 



Me maravilló. Son muchas cositas, cada una envuelta y pensada con intensidad. Cada una con un valor especial, por lo que simbolizan y para lo que sirven. Nunca he recibido un regalo tan hermoso: Un "kit para parir" como yo quiero... como ella sabe que sueño a pesar de tenerlo tan lejos de mi alcance.
Tener esta caja cerca, abrir cada cosita y entender su uso, oler la vela, encontrar el fuego, descubrir unas pinzas para el pelo e imaginarme con ellas... sonreír con los manjares que en otras circunstancias no me dejarían comer, un espejo para ver la vida que se abre paso, una pelota de parto.... minúsculos pañalitos para él y otros detalles necesarios para el gran día, me han hecho sentir que estaba todo listo. Y que saldrá como imagino... que no hay nada que temer. 

Desenvolviendo cada paquetito me sentí cerca de mi sueño. Lloré de emoción por lo poco que queda y porque mis miedos no son los típicos de mujer embarazada, pero no dejan de estar y de ser. Esta caja, llena de ilusiones, me hizo imaginarme poderosa, pariendo "como una reina" como dice Adela... sin lecciones de humildad, como me dice Ángela.

Como anuncian los de las tarjetas: Hay cosas que el dinero no puede comprar. Gracias de todo corazón por ofrecérmelas.






martes, 20 de noviembre de 2012

Ya queda menos...

Es la frase que más escucho en esta época. "Ya queda menos"... 
Ayer, hablando con mi querida Vivian Watson de "Nace una mamá" y también embarazada,  comentábamos lo políticamente incorrecto que resulta quejarnos de cómo llevamos el embarazo... pero ¿y qué hacemos si es así? Si no hay un día de descanso? Creo que es importante decirlo para que otras madres puedan también expresarse sin sentir la presión de tener que "disfrutarlo". Es un consuelo saber que hay más. Recuerdo que una vez una amiga me dijo que ella los hijos los tendría "de gajo"...que el embarazo no molaba nada. Como le entiendo. 

Y os cuento:  Estuvimos juntas en una reunión de blogueras en la que al finalizar tuvimos un pequeño refrigerio del que sinceramente disfruté. Estaba todo rico... pero me duró en el estómago lo que tardé en llegar a casa. Que pena. 

A estas alturas, vomito en pocas ocasiones, pero la sensación de náusea perdura y perdura como el conejito de Duracell... día entero. Tengo un arsenal de antiácidos, digestivos, infusiones y trucos para mejorar el tema, todos con muy poco éxito.  El embarazo no es una enfermedad... pero quienes "lo padecemos" no podríamos jurarlo. A eso se suma los síntomas llevaderos: el cansancio típico de este trimestre -y aún más considerando el ritmo de vida que tengo- los veinte achaques y dolorcillos, el estado de ánimo cual montaña rusa, etc., etc., etc. Estado de gracia. Sí, muy gracioso oiga.


Ya queda menos. Ya queda menos y aún no he tenido tiempo de organizar nada. De hacer planes y las cosas típicas que se hacen con el primer hijo. No hay un huequito para mi niño interior, excepto por las madrugadas, cuando el insomnio se apodera de mí y se me hace de día sin poder dormir. Me siento culpable por esto, porque creo que de todos los hijitos que han vivido en mi barriga, es a éste al que he prestado menos atención... vivo el día con cientas de ocupaciones y he estado posponiendo "lo suyo" porque quedaba mucho. Y ahora, ya queda menos. 

Insomnio. Es mi único momento con él. Entonces le pienso y aunque aún no puedo visualizarlo, le prometo mil cosas. Siento sus patadas y me asombra tenerlo dentro. Es que no puedo creérmelo todavía y si no fuera por la indigestión perenne, no me daría cuenta de que estoy embarazada. No he tenido tiempo de hacerme a la idea y aunque tenga la sensación de que el embarazo es eterno, en realidad el tiempo ha volado. ¿Quién soy? El espejo me devuelve una imagen que me hace sentir igual que cuando estás en la sala de los espejos de la risa y te ves más alta, más flaca, más gorda o más baja. Como si fuera una imagen irreal, ilusoria. 

En mis otros embarazos todo ha sido diferente. Y con las dos piojillas tuve tiempo de sobra para pensar en ellas y hacerles un lugar en mi cabeza, porque la mitad del embarazo no trabajé... y ese reposo obligado, me obligaba también a estar pendiente de cada contracción, de cada movimiento, de los mil nombres que se nos ocurrían, de los zapatitos tejidos... No ha habido tiempo para este bebé que se abrió camino solo. 

Y sin embargo está aquí. En mi tripa de luna llena, la que me impide verme los zapatos... la que me hace andar lento y pausado (algo excepcional en mí que soy, como dirían en mi pueblo, una "falso afán"). Se contrae cien veces diarias y ya no sé diferenciar si son esas de "ejercicio uterino" - famosas braxton- o aquellas que desde el primer día me hacían temer un aborto, luego un parto prematuro y ahora...que al bebé ya sólo le falta el "acabado fino", que me pille sin organizar nada y nazca en el portal de Entre Mamás. 

Falta poco. Y en medio de la crisis mundial, de las preocupaciones diarias, de los cien pagos que no se han hecho, de todas las malas noticias, la vida se abre camino y crece. No tengo miedo a parir, pero tengo miedo del futuro. A veces me pregunto si todo esto en lo que me he embarcado y el gran sacrificio que supone para toda la familia, de verdad vale la pena. Si no será un incongruencia dedicarme tanto a los hijos de los demás y tener tan poco que ofrecer a los míos, porque aunque están aquí a mi lado y de alguna forma "concilio", la calidad de atención que les ofrezco no es la de antes.

Me parece que este bebé viene a sacudir otra vez todos mis esquemas y replanteármelo todo de nuevo. Crisis vital que se avecina con cada patada, con cada movimiento de la vida que tengo en mi interior.

Crece bebé, crece. Mamá te espera.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Sustitutos del sexo



Hacer el amor es, casi en todos los casos, una experiencia grata. A veces más, a veces menos… pero en la teoría y en la práctica, el sexo gusta a la gran mayoría de la población (y si no, no seríamos tantos los humanos). Aporta cientos de cosas buenas a la salud física y mental. Es tan gustoso que incluso cuando hay enfermedades graves y contagiosas se puede leer en múltiples sitios la forma de tener relaciones sexuales seguras.

Si alguien nos dijera:

“Ufff a mí no me gusta. Me duele y no me siento bien cuando lo hago”  O: Me da asco todo lo que tenga que ver con ello. No puedo ni pensar en mantener una relación con alguien… puaj… Yo no practico el sexo ni me dejo tocar… que luego se cae todo y estéticamente queda fatal.

Pensaríamos que esa persona necesita ayuda. Porque lo normal –y lo habitual- es disfrutarlo. No se nos ocurriría decirle: No pasa nada, cómprate una muñeca hinchable y te apañas bien, que mi tío Fulanito lo hizo así y está muy contento.

No le diríamos: Ya… es que no todas las personas pueden. Algunos están condenados a no practicar sexo jamás…  Ni: Sí, hay gente que odia el sexo y tener asco/desagrado/inapetencia continua, es normal también…

Le recomendaríamos algún terapeuta, algún grupo. O quizá le daríamos algún consejillo por si nuestra experiencia le ayuda. Nos interesaríamos por la persona en cuestión… Pensaríamos que ¿A lo mejor necesita terapia psicológica? ¿Un sexólogo? ¿Una persona entendida que pueda ofrecerle recursos para resolverlo?

Pongámonos en el que caso de que busca esa ayuda.

Si la persona en cuestión busca ayuda en un médico o terapeuta, lo normal sería que éste intente dar con el problema, físico o emocional, que le impide disfrutar de la sexualidad plenamente. ¿Qué pensaríamos de aquel sanitario que en vez de ayudarle a resolver la situación le regalase un sustituto? Atención a esta escena:

Coma chocolate, hombre, deje de preocuparse que el sexo no es para todo el mundo. Vea una peli subidita, y siga el método "hágaselo usted mismo" que hay gente que nace así, sin la capacidad de amar al otro. Lo “natural” está muy bien, pero cuando se puede. Cuando no se puede, pues hay que tirar de otras cosas. Tome, una tarjetita de la tienda XXX. Encontrará lo que necesita en varios formatos: plástico, silicona… y si le sigue dando grima, apague la tele temprano y no piense más en ello. Cuando no se puede, no se puede.

Que rara sería esta situación. ¿No pensaríamos que le están tomando el pelo?  ¿No buscaríamos otra opción si fuese nuestro caso? ¿Una segunda opinión al menos?

Buscando sobre este tema en sitios de difusión masiva nada científicos (así tipo página enfemenino) para ver qué se cuece en otros mundos diferentes del mío, encontré un articulín y me ha gustado este párrafo que copio:

…algunas sienten dolor cada vez que realizan el acto sexual. En pleno siglo XXI, y dadas las posibilidades de tratamiento, ese sufrimiento es irracional. Sobre todo porque no sólo afecta al bienestar físico, sino a la relación de pareja y a la propia autoestima. 

He seguido buscando y resulta que en ninguna de estas páginas (y aclaro que no es información científica ni nada muy estudiado, sino que allí está al alcance de cualquiera) se aconsejan sustitutos, se menosprecia ese dolor o inapetencia ni se aconseja dejarlo estar. Al revés. Se dice que hay que buscar ayuda, que no es algo normal y que no hay que tener miedo ni pudor para encontrar soluciones al problema.

En ningún foro he encontrado que los que sienten dolor/inapetencia sexual continua se sientan ofendidos porque otros puedan y deseen practicar sexo.  La gente busca ayuda. Y otros aconsejan buscarla. Alguno habrá que decida la abstinencia porque sí, sin tener problemas… pero no he encontrado ninguno.

A los demás, ningún forero le dice a otro que se resigne o que aprenda a vivir sin ello. Que compre sustitutos o similares. El tema del sexo es suficientemente serio y conocido como para saber que lo normal es lo placentero. No hay guerra entre los que viven a plenitud el momento y quienes sufren o no lo desean.

Eso sí… si la persona de la que hablamos no tiene problema alguno –ni mental, ni físico, ni emocional, ni de dolor u otros, ni es cura o monja condenada al celibato- y elige la abstinencia sexual por decisión “propia e informada”… seguramente respetemos su postura, pero nos parecerá un perro verde.

Ahora bien. Pensemos en la lactancia materna. Lo normal es lo placentero. Lo normal es amamantar. Disfrutarlo y si se tienen problemas, buscar ayuda. Pero en cambio recibimos cientos de sustitutos. Nos dan pocos recursos para seguirlo intentando y nos cuentan experiencias funestas que se resolvieron fenomenal con un biberón. Hasta los ámbitos sanitarios… nos dicen que no pasa nada si no amamantamos. Nos ocultan los riesgos de las fórmulas artificiales. Nos apedrean en los foros si comentamos lo bien que nos va. Nos tachan de radicales si defendemos nuestro derecho a amamantar en cualquier sitio y lugar.

¿No os parece ridículo?

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Tercer trimestre. Piojilla dibuja

No he olvidado el blog... tengo varios post a medias y cientos de ideas... pero al mismo tiempo sé que voy contra reloj y debo dejar un montón de cosas "sobre ruedas" antes del gran día. 
Hay expectativa en todos. Especialmente en las niñas, que no dejan de acariciarme la barriga y de soñar con el hermano que llevo dentro. 
Hoy Piojilla me enseñó un dibujo que había hecho en clase (me emocionó tanto que me lo llevé a casa...) y que quiero compartir hoy con todos: 


Cada lunes, en el cole, los niños hacen un panel de "noticias" donde cuentan qué cosas han hecho interesantes en el fin de semana. Piojilla viene a diario a Entre Mamás, no sólo por estar conmigo, sino a participar de las actividades que hacemos. 
Así que este lunes contó en su clase su visita a Entre Mamás e hizo este dibujo. Es el logotipo del espacio. Un dibujo que hice hace unos años y que tiene historia. 


Os la cuento: La de rosa soy yo, la muñeca roja mi hija mayor y la de amarillo, Piojilla.  Hice este dibujo mientras acompañaba a una mamá embarazada, la muñeca de celeste. Es un dibujo de hace años y entonces me dibujé un bebé imaginario en mi bandolera verde de Hoppediz. No podía pensar que el bebé sería "real" años después.... y que este dibujo se convertiría en el logotipo del proyecto que ocupa mi mente y mi corazón. 
Ese bebé, que asoma la cabeza y que entonces no estaba en mis planes, está aquí... no le queda nada para ver la luz, pero aunque todavía no "esté fuera de su cascarón" ya se nota su presencia en casa. Piojilla es quien más siente que pronto una presencia pequeñita le quitará algo de su protagonismo. Nos lo dice a veces y otras se pone ñonita y empieza a hablar como si tuviera menos años. Celos... 

Por eso este dibujo hecho por ella me ha llegado al corazón. Hay cosas que no se pueden decir, por políticamente incorrectas. A los seis años un niño ya se da cuenta de ello y de que hay cosas que es mejor callar, pero inevitablemente salen en sus dibujos y creaciones. 

Me resulta imposible no recordar mis propias experiencias como hermana mayor. Especialmente la llegada de la última, la pequeña... que me destronó de manera definitiva con su nacimiento y con la que me llevo la misma cantidad de años que se llevarán Piojilla y su hermano. No lo tomé bien y lo recuerdo como si fuera ayer. Pero pasa. Con los años te das cuenta de que en eso consiste ser hermanos: en aceptar, en amar y también pelear y estar en desacuerdo. Una. Mil veces.

Y bueno... ¿Os fijáis en qué es lo que falta en el dibujo hecho por ella? Piojilla ha "olvidado" al bebé de la bandolera verde. Simplemente no está. Que duro tiene que ser para un niño enfrentarse al hermanito que llega... saber que falta cada día menos. Yo también tengo mis miedos, yo también siento que éste será un gran momento para todos y no puedo evitar sentir vértigo. Quiero abrazarla mil veces y decirle que nada va a cambiar, pero sería engañarla un poco. En fin.... sólo queda esperar. Piojilla... te quiero. 






miércoles, 10 de octubre de 2012

A veces digo NO

Cada vez que escucho que "criar con apego" es un caos y un despropósito, me pregunto qué entenderá el común de la gente como "crianza respetuosa". 

Crianza con apego son palabras que encierran cientos de cosas. No es un concepto reduccionista. No está limitada a aquellas familias que llevan en brazos a sus hijos, a las que colechan, a las que dan teta, a las que buscaron un nacimiento respetuoso. Crianza con apego no se reduce a los primeros años ni se limita a estos dogmas, esencialmente porque cuando la teta, el colecho, los portabebés quedan en la historia del niño que fue, aún queda mucho (pero mucho!) hijo por criar. Y desde luego también se puede criar de forma respetuosa sin haber hecho estas cosas.

Crianza con apego no es -sólo- buscar alternativas respetuosas para su educación (escuelas activas, homeschooling...), o crear para él un "mundo" feliz donde todos seamos igual de raros criando. Crianza con apego no es una moda, no es una "alternativa" de gente "natural" que opta por otras formas de vida y con la cual se etiqueta desde lo externo a todas y a ninguna (recuerdo por ejemplo el reportaje "ecomadres"... en el que se mezclaba el parto en casa, comida biológica, la no vacunación, la no escolarización y otras alternativas, como si fueran  los mandamientos de la crianza con apego). Éstas son opciones de vida respetables, pero que no son inherentes a la crianza con apego. No son excluyentes ni incluyentes. 

La crianza con apego no termina a los dos años cuando el niño tiene la primera rabieta y parece que todo lo que hicimos a este ese momento fue una equivocación. Ni es dejar que el niño crezca como una plantita silvestre, sin ejemplos ni guías de ninguna clase (en mi trabajo diario a veces veo cómo hay mamás que con la excusa de la crianza "respetuosa" han descuidado por completo al bebé/niño... no le lavan, no le acompañan en su desarrollo, no le cuidan... U otras que no permiten que el niño crezca y pretenden tener un bebé eterno, que no le dejan andar, que hacen todo por él). 

La crianza con apego no es -como me dicen a diario- permitir que los hijos se te suban a la cabeza, que no conozcan límites, que piensen que el mundo gira en torno a ellos... No lo es. La crianza con apego no es decir siempre y a todo SI. A veces digo no.... 

Pero no hay un "how to do". Es imposible tener métodos infalibles o estándar para cada niño. Medir y poner reglas generales para cada situación o momento. Imposible. Y como no existe un manual de padres, es inevitable equivocarse en ese camino de la crianza cientos no, miles de veces. Todos nos equivocamos y metemos la pata. Con esta realidad que me sacude de vez en cuando, a lo largo de la crianza de mis hijas he ido aprendiendo que:


  1. No todos los niños son iguales
  2. Que no sólo el "método de crianza" hace la diferencia, sino que el temperamento del niño ayuda. Por lo que en mi caso particular, he tenido dos hijas que no parecen ni primas. Una tranquila y sosegada, que jamás  tuvo rabietas, ni durmió mal, ni dio mayores preocupaciones... hasta que fue mayor; y otra que me enseña a diario que no todo está en mis manos y que la paciencia tiene límites extraordinarios. Es ahora cuando empiezo a disfrutar de su infancia.
  3. Que el tiempo es amigo y enemigo de los padres. Hace que olvides fácilmente todos los malos ratos... pero pasa tan rápido que no da lugar a disfrutar serenamente de las etapas dulces de la maternidad. Hay que vivir todo a plenitud, lo bueno y lo malo... porque inevitablemente, pasará. 

No se puede decir siempre que sí 

Algo que he aprendido en este tiempo es que no se puede decir a los hijos siempre SI. Y que a veces quedaremos como tiranos y malos padres con ellos... (la mamá de Fulanita le deja...). Que criar en el apego no es permitir lo que se les ocurra. He aprendido que a medida que crecen se hacen conscientes de lo bueno y lo malo y pueden comprender el valor de las consecuencias de sus actos. Y lo empiezan a hacer desde muy pequeños... cuando les dices por ejemplo "esto quema" y lo tocan de todas formas... no porque desconfíen de ti o no te crean, sino porque les es necesario aprender en base a la experiencia, en base la frustración, en base a equivocarse por ellos mismos.Es imposible estar allí en todos sus momentos... sólo podemos enseñarles el poder de la elección, formarles una conciencia crítica. 

¿Pero cuál es el límite de la propia experimentación? En primer lugar y especialmente cuando son chiquititos, diría que la seguridad. Es decir, no podemos permitir que el niño cruce la carretera solo, juegue con fuego, no quiera ponerse el cinturón de seguridad, se haga de un cuchillo de matancero y juegue a destripar al perro de casa. No podemos permitirlo. Y llorará. Y se sentirá mal ante nuestra negativa... pero no hay otra opción posible. Consolar ese llanto, explicarle la situación (aunque parezca que no entiende nada) y ser firmes en nuestra acción es un buen tip a seguir.

En segundo lugar: su bienestar. Si el niño está enfermo y la medicina es horrible o es inyectable... pues no hay más opción que tomarla. O si tiene piojos y no le gusta que le hagan una "limpia"... igual.

En tercer lugar, la idea de límite-ejemplo. Es decir, el verdadero límite es el que se pone con el propio ejemplo. No pegues, no pegará. Se respetuoso, respetará. Es dificilísimo cumplir esta premisa. Yo soy una madre gritona. ¿Cómo pedir que no griten?

Hace dos días hablaba con una amiga sobre límites y castigos y lo difícil que es "no pasarse", no ser un dictador en casa. Y es cierto. A los padres nos sale con mucha frecuencia el NO de forma automática... pero abusar del SI puede ser igual de perjudicial. A un niño de 2 años hay cosas que no le podemos pedir y que no se pueden negociar porque ni las entiende ni le interesa entenderlas... cosas que hay que hacer por él, por cuidar su bienestar y será duro para el bebé aceptar que somos los adultos y decidimos. A los 6 entenderá perfectamente lo que es vivir en sociedad y por qué debemos ser considerados con los demás. Así, cosas como recoger sus juguetes, irse a dormir cuando le digamos, pedir las cosas por favor, se harán hábitos de su día a día y no serán vividos como imposiciones sin sentido. 

Y cuando son aún más grandes, están perfectamente capacitados para entender que hacer las cosas mal puede tener consecuencias y que éstas repercuten sobre sí mismos y su vida.  Con mi adolescente lo vivo cada día: Entonces perder una asignatura, no poder hacer un viaje que deseaba, no salir el sábado... no se convierte en un castigo sino en una consecuencia de una acción anterior. Es una circunstancia creada por ellos mismos. Es el resultado de sus decisiones. Les frustra, les afecta enormemente. Pero crecen.



A los padres no debería darnos miedo ejercer el derecho al No por temor a ser considerados menos modernos, menos amorosos, menos respetuosos. A veces, decir NO es la mejor manera de decir te quiero. Porque jamás hay que olvidar que, tengan la edad que tengan, los adultos somos nosotros y nuestra responsabilidad como padres no acaba hasta que se van de casa. Y a veces, ni eso ;-)


viernes, 5 de octubre de 2012

Volver al cole




Este año volver al cole ha sido realmente especial. Quienes me seguís, sabéis que mi hija Piojilla va a un cole maravilloso.  Este comienzo de gestión hemos estado a punto de no ir.  De hecho, al final del curso anterior ya teníamos decidido que Piojilla pasaría a un colegio público o se quedaría en casa a hacer homeschooling. Me he pasado el verano con lágrimas en los ojos, porque nuestro colegio es un regalo para todos: mamás, papás y especialmente niños y tomar la decisión de irnos de allí fue durísima, pero inevitable: Ya no podíamos pagarlo.

Pero los milagros suceden. No contaré este milagro en particular porque dejaría de ser mágico… pero nos ha permitido volver a inscribir a Piojilla. Un año más… un mes más. Si en algún momento no podemos hacer frente a ello, nadie podrá quitarle lo bailado.

Hace unos días se realizó la primera reunión de padres y no fui porque algo raro pasó en mi ordenador que dejé de recibir correos. Así que le pedí a una amiga que me enviase el resumen que ella había hecho. Lo leo y lo vuelvo a leer, feliz de poder darle a Piojilla la oportunidad de crecer y jugar en un sitio tan especial.
Os copio y pego el resumen de lo que dijo la profesora, simplemente para que veáis que enseñar/aprender de forma divertida y respetuosa es posible. Que no hacen falta grandes maravillas para dar a un niño todo lo que necesita. Sólo vocación, sólo empatía. Sólo amor.


REUNION DE PRIMERO DE PRIMARIA
(en cursiva, la profesora. En texto plano y azul, mis comentarios)

El primer trimestre lo vamos a dedicar enteramente a conocernos bien, a chequearlos, a conocerlos a nivel afectivo, a quererlos y a que me quieran. Como digo yo a Cachondeo y achuchon. (Abrazos y  besos que no faltan!!)
Estos niños son ya mayores, tenemos que dejarles ser mayores, dejarles despegarse si queremos que sean felices y libres. Un niño que depende constantemente del adulto no es un niño libre ni feliz. Ellos son capaces de hacer cualquier cosa ya, hay que creer que son capaces y transmitirles que ellos pueden. En este sentido mi trabajo es espabilarles. (Qué importante es esto! Especialmente porque a veces, creemos que criar con apego es limitar a nuestro hijo y no dejarle volar. Es exactamente lo contrario: dejarle libre. Dejarle crecer a su ritmo)

Un trabajo importante es la escucha, que nosotros les escuchemos y ellos nos escuchen. (Parece que no es nada. Pero estos niños tienen una gran habilidad de resolver conflictos, de decir lo que piensan y escuchar al compañero.)

Grupo:
Es un grupo de niños sanote, típico de primero, en su edad y en su momento.
Tenemos que enseñarles a esperar, a ser pacientes, a soportar la frustración, tenemos que decirles no cuando sea no. Asumir la frustración ayuda a madurar. El adulto es el que decide que es lo mejor para su hijos, somos sus guías, no podemos dejar esa responsabilidad de su lado. (Otra cosa importantísima. Criar en el apego no es decir siempre SÍ)

Dinámica de la clase:
Lo primero que hacen es saludar y ocuparse de sus cosas, ponen sus cosas en el perchero.
Luego tachan el día (trabajamos mucho con el calendario) y cambian los carteles de la fecha.

Tenemos dos encargados que elegimos cada semana, de menú y de orden. Los encargados de menú van a la carpeta de los menús, buscan la semana en que estamos, el día y encuentran lo que van a comer y lo escriben. Ahora les ayudo yo pero lo acaban haciendo solos. El encargado de orden reparte y guarda los trabajos. (Éste es un trabajo que a Piojilla le encanta. Ser “El encargado” del día les hace sentir útiles e independientes. Toman decisiones y eligen lo que es mejor y muy importante: todos son encargados en algún momento.)

Una vez al mes cambian de sitio, para que todos estén con todos y se conozcan todos. Les hago un plano con números en las mesas y cada uno tiene que encontrar su lugar. (Piojilla me contó sobre este tema, que le gusta cambiar de sitio porque es bueno tener muchos amigos, y aunque ella tiene a dos amiguitas “favoritas”, cambiar de lugar les hace sentir parte del grupo y que no hay sitios mejores ni peores dentro de la clase.)

Tutorías: Tenemos tutorías todos los viernes  para resolver conflictos. Allí hablan de sus problemas, los resuelven y asumen sus consecuencias. La secuencia es norma/límite y consecuencia. Y tienen que tener claro las tres cosas. Eso les ayuda a controlarse. Les inculco el respeto al otro y la responsabilidad como valores. (Y hablamos de los niños. Son ellos los que debaten si algo ha estado bien o mal y si puede tener consecuencias, cuáles. Es decir, que se hacen responsables de sus actos, piden disculpas si se equivocan o reciben vítores de sus compañeros cuando algo está bien hecho)

Matemáticas: Usamos el texto "Hacer matemáticas" de Cecilia Parra. Es un libro de juegos aplicados (cartas, encestar...). Se lo pasan pipa. Cuando algo les interesa aprenden solos. (Cuando pregunto a Piojilla ¿Qué has hecho hoy? Su respuesta siempre es JUGAR. Ella juega a mates, a lengua, a deportes…)

Conocimiento del medio: Tenemos revistas de pequeños proyectos. Es mucho de hablar, de que comenten lo que saben y para coger vocabulario. (Y a promover  la curiosidad natural de cada niño. Por eso no es raro que cada día Piojilla venga con una pregunta: ¿Los tiburones toman teta? ¿De qué se alimentan sus hijos? ¿Cómo nacen los árboles de plátano si no tienen semilla? ¿Se pueden tener hijos sin tener novio?  Internet es una gran herramienta para jugar a la búsqueda de respuestas y aprender todos juntos)

Lenguaje: usamos el vocabulario de los cuadernillos anteriores. Usamos mucho las sopas de letras sobre temas que les interesan. (Piojilla no sabe leer ni escribir como sus compañeros. A penas está descubriendo el mundo de las letras, pero eso no es un problema en nuestro cole. Aprenden cuando están preparados –dicho por otra profe!- mientras tanto copia, dibuja letra a letra y va encontrando pequeños significados en las palabras cotidianas)

Trabajamos la escritura ligada. Aprender a hacer ese trazo les sirve para coger musculatura, para dibujar, para la cuestión espacial. (Piojilla se siente especialmente orgullosa de saber hacer muchas clases de letras, imprenta y ligada, otras con estrellas y rabitos que ella inventa)

- Tienen un cuaderno de escritura que comparten con música.
- Este año hay tres boletines de notas y al final tengo que poner sobresaliente, notable etc. Es algo que detesto, pero es así. No debemos darle importancia a las notas, yo no les hablo de ello. Ni para bien ni para mal. No debemos chantajear al niño con las notas. Hay que valorar su esfuerzo y apoyarle y entenderle. (Sin comentarios!! Es que no somos “números” y eso lo sabe un buen profesor)

Tienen una agenda donde van a apuntar las excursiones, los materiales que necesitan llevar. Ese será  también el medio de comunicación con vosotros. (Me la ha traído ya a casa con la primera anotación. Es un cuadernito simple, de tapas blandas y hojas en blanco. Pero es “su agenda” y allí apuntan por ejemplo, una salida al retiro a ver hojas en otoño, ellos mismos de puño y letra. Me pide que no olvide firmar y la vuelve a poner en la mochila. Sabe que es su responsabilidad tenerla nueva y lo hace contenta.)

Tengo muchos métodos para la lectura: letras, carteles, dibujos, cada niño necesita el suyo. Por eso tengo con cada niño un enganche afectivo individual, para tratar de saber lo que necesita.
Todos los días tenemos un ratito de lectura en silencio. Y en otros momentos todos leen conmigo a solas. Así voy detectando que necesita cada uno y poco a poco me iré dedicando mas a los que más  lo necesiten. (Atención individualizada de verdad)

DEBERES PARA CASA

Los deberes de los niños de esta edad son estar con sus padres, disfrutar de ellos, hacer cosas con ellos. Ocuparse de sus tareas, recoger su cuarto etc. Podéis pedirles que colaboren, que hagan con vosotros la lista de la compra. Leer con ellos, leedles mucho y les enganchareis a la lectura. (Cada día Piojilla pone la mesa para cenar, recoge sus juguetes y prepara lo que se pondrá al día siguiente. El otro día me dijo que tenía “un deber” pero si te cuenta qué es, normalmente son cosas como “traer una caja de cartón”.)

También hago hincapié en que tienen que aprender a ser felices con poco, a conformarse con poco para ser más felices. (Totalmente de acuerdo. En un mundo en el que cada vez hay más cosas que comprar y menos dinero para hacerlo, vivir con lo necesario es una cuestión de salud mental y de respeto por la naturaleza!)

En fin…  Este es nuestro cole. EXISTE. Todos los días entro allí y me siento en mi casa. Una profe me toca la tripa, otra me da dos besos, la directora me pregunta cómo estoy… la secretaria me llama preocupada porque no recibí el mail de la reunión, a ver si tiene mi dirección correcta. Gracias cole querido por ser como eres y gracias profes, gracias Lola por darle vida a este maravilloso lugar. Gracias de verdad. 

Nuestro cole, visto por otra mamá:

domingo, 2 de septiembre de 2012

Celos...

Recuerdo alguna charla de Carlos González en la que ponía el siguiente ejemplo: 

Imagina que vives muy feliz con tu pareja y un día te habla de "Juana". Que pronto llegará. Durante meses no sólo habla de ella, sino que le compra regalitos y los guarda amorosamente. Para ti es un poco extraño y sientes pelusilla.... pero como sólo la nombra y no está, pues no pasa nada. Pero un día al abrir la puerta te encuentras con la famosa Juana, frente a frente. Y tu amado te dice muy feliz: Esta es Juana, a partir de hoy vivirá con nosotros. Como tú estás muy mayor, dormirás en tu propia habitación y Juana conmigo. Y como eres muy buena, compartirás tus juguetes y tus vestidos... 


¿Cómo se nos quedaría la cara? Algo parecido debe ocurrir en la mente de nuestros hijitos al contarles la maravillosa noticia de un hermano nuevo. Y da igual la edad. Pioja mayor y Piojilla se llevan casi 11 años. Y la mayor estuvo pidiendo un hermano desde los 6. Tenía unas ganas locas de tener a la hermanita, y cuando se lo contamos se emocionó mucho. Pero al nacer... y ver que toda la atención la acaparaba la recién llegada, sintió celos. Y fue duro el proceso de aceptación de ese nuevo miembro de la familia. 

Ahora nos pasa una cosa parecida. Piojilla nunca pidió hermanos pequeños. De hecho, si alguna vez lo decíamos, ella tenía claro que ya teníamos hermanos en casa y no necesitábamos más. Cuando le comunicamos que tendríamos un bebé "pronto", lo tomó digamos que  "bien". Pero en estos meses he podido percibir que la idea no acaba de gustarle y que entiende lo que significa perfectamente. Un día que le explicaba que cuando naciese el bebé tendría que estar con él mucho tiempo, me dijo sin tapujos: "Entonces que no salga". 

El día que me hicieron la eco en Badajoz, Piojilla estaba con nosotros. Parecía ilusionada hasta que vio la pantalla (con estos nuevos ecógrafos, se ve tan claramente al bebé que no quedan dudas de la imagen).Entonces nos escuchó: !qué bonito!, qué ilusión! mírale, se chupa el dedo, bla, bla, bla.. 
Y rompió a llorar desconsoladamente. Pero a llorar-llorar. No pudimos calmarle en varios minutos. Lloraba casi a gritos sin explicar qué le pasaba o porqué lloraba. Tuvimos que salir de la consulta corriendo muy apenados con la Dra. que nos atendió. 

Ya en casa, horas después, se me acercó toda cariñosa y me dijo: 
- Sabes mamá, ya sé por qué he llorado tanto. 
- Por qué hijita? 
- Porque he tenido envidieja del bebé. Porque sólo hablábais de él.

Y me lo dijo así, tan sinceramente, con sus seis años chiquititos... que me emocioné. La abracé fuerte y le dije que no había por qué, porque para mí siempre será mi pequeñina, la más chiquitita de las hijitas (el bebé es niño!) y que le toca un lugar muy especial en la familia, porque tiene la suerte de ser "la mayor" y "la pequeña" al mismo tiempo. Me llenó de orgullo que pudiera ponerle nombre a sus sentimientos y que pueda decírmelo en confianza, buscando refugio en su mamá... 

Así que tuve un plan...



Hace poco descubrí una cosa que se llama Wemories, que es un programa para hacer fotos en un formato regalo. Hay que elegir doce fotos bonitas y te da la opción de hacerles una descripción por detrás, o de contar una pequeña historia. Queda muy bonito porque están impresas en cartón duro y son como tarjetas individuales que luego se pueden montar como uno quiera y que vienen guardadas en una cajita mona, con imán de cierre. Pensé que éste sería un buen regalo para Piojilla: hacerle una pequeña caja con "su vida" desde que nació hasta hoy, para que pueda ver que ella también fue una bebé y que la llenamos de amor desde siempre. Que atesoramos sus pequeños recuerdos y que la esperamos con la misma ilusión...  Se me ha ocurrido que esta noche le haré un mapa del tesoro para que pueda encontrar la cajita y algún chuche... y entonces contarle la historia de cada foto y de cómo fue que un día decidimos traerla al mundo. :-) 




lunes, 20 de agosto de 2012

Hijita, mi bebé

He repasado en estos días el pequeño diario que le hice a la Pioja mayor cuando estaba todavía en mi tripa y siento que en realidad yo no he cambiado demasiado.  Que los años han pasado -17 desde su nacimiento- y que, salvo unos kilos extras y unos cuantos batacazos de la vida... sigo siendo la misma esencialmente. 

Pero entonces, en casa y mientras veo la tele, veo entrar y salir a una mujer despampanante. Las llamadas son para ella, el timbre también. Pasa y repasa por mi lado, con su olor a caramelo y sus labios de fresa. Compro toallitas desmaquillantes por pares y de repente me doy cuenta de que tiene en su perchero una chaqueta vaquera que "era mía" (no sé cuándo dejó de serlo....) y que encima, seguro que le queda mejor a ella. 

La escucho reír y cantar a voz en cuello. Me sé todas las canciones de la temporada y no porque sea yo muy moderna. Habla por teléfono, cuchichea, vuelve a reír. Se viste, se maquilla... me dice que va a salir. Me asombro... ¿¿quién es esa?? ¿¿qué has hecho con mi pequeña?? 

Corro al espejo y ahí estoy. Sigo siendo la misma... no tengo arrugas. Alguna cana. Pero nada es igual realmente. Desde que me hice madre todo ha sido un constante cambio, una carrera contra quién sabe qué.  Era una niña cuando la tuve. Tenía prácticamente la edad que tiene ella ahora... ¿Cuándo cambió todo? ¿Cuándo me transformé en una señora?

Te dicen que con los años todo se hace más fácil y que las preocupaciones son menos. Falso... es exactamente al revés. Cambian las perspectivas y acechan los peligros. Me preguntan a menudo cuándo se vuelve a dormir del tirón... no puedo mentiros: Nunca. De momento no he vuelto a dormir con la misma soltura de la adolescencia. Despierto a menudo y estoy en constante vigilia. Ni qué decir si me toca esperar a que llegue la retoña a casa... parecía tan lejano y mira. Creo que volveré a usar reloj. 

Es una mujercita encantadora. Sabe exactamente lo que quiere. Sueña y planifica. Escribe en libretitas aquello que desea, sea materia o simple ilusión. Guarda cajitas y papeles bonitos, cartas (de amor?) y palitos de chupa chups, quien sabe para recordar qué momento mágico. Un mundo paralelo se abre al traspasar la puerta de su habitación, donde todo es rosa y no se piensa en hipotecas o crisis. No tengo cabida allí. 

Me pregunto cómo es que todos los errores que cometí al criarla parecen no haber tenido importancia. Es exactamente como me imaginaba que sería. No. Mejor aún. Creo que ni en sueños hubiera podido proyectar la persona que es hoy: Centrada y optimista. Con esa risa fácil y esa voz cantarina. Emotiva y cariñosa. Siempre tiene un abrazo para darme, un beso. 

Y combativa. No acepta lo que considera injusto y pelea por sus ideas. A veces se convierte otra vez en mi niña pequeña y ronronea a mi lado. Se pone ñoñita. Me dice que soy guapa, que si me hace las uñas... que si me puede hacer una foto... que si me... Suena el teléfono y escapa. Vuelvo a perderla, se escurre. Crece. 
Como duele todo esto. Pensaba que la adolescencia estaba a cien años luz y repente está a punto de acabarse. No le queda nada para ser adulta y volar de verdad lejos de mí. 

Vuelvo al espejo. Miro mi tripa de embarazada y sólo puedo pensar en que todo va a empezar de nuevo. Voy pasar por todo esto otra vez... 




sábado, 18 de agosto de 2012

Altas expectativas

Hace un tiempo, en la fiesta de nacimiento de una amiga muy querida, le hicimos una pulsera de parto. 
Cada mujer presente puso una cuenta con algún valor especial. Yo puse una cuenta con la forma de un pequeño chupete como símbolo de aquello que no deseamos para nosotras, pero que a veces no podemos evitar. 
Un símbolo de aquello que no significa fracaso, sino un obstáculo a vencer. 
Para perdonarnos por no ser perfectas, por no poseer una bola de cristal que pueda predecir un futuro maravilloso.


Cuando nació Piojilla aprendí de mala manera que no basta con tener información, ni con saber lo que entonces parecían ser "muchas cosas". No bastó ser una "madre consciente" y estar al tanto de la evidencia, querer dar la teta, saber cómo quería parir, hacer miles de búsquedas... 

Fueron nueve meses de confianza en mí, sin pensar en el sistema, en las circunstancias que pueden presentarse, en que todo podría ser distinto de aquella primera vez. Me centré en la idealización del momento... quien me lea podría pensar que fue candidez. Yo sé que en realidad fue soberbia. 

El nacimiento de esta hija, su difícil lactancia y su crianza poco idílica fue una verdadera lección de humildad en todos los sentidos. Mi hija mayor me hizo madre. Piojilla me enseñó a "serlo" con todas las espinas que he ido encontrando en el camino y que me han enseñado a caminar juzgando menos a otras madres a mi alrededor, empatizando más con las dificultades ajenas. 

Todavía nos falta mucho para la adolescencia... la mitad de su infancia aproximadamente, y ya no idealizo. Su carácter fuerte, su alta demanda, su forma de ser: a veces adorable y otras imposible, su altísima sensibilidad hacia el dolor ajeno, hacia las cosas bonitas; su extravagancia, su reserva -a veces indiferencia- hacia los desconocidos que le saludan, seguramente se multipliquen por cien cuando llegue el momento. No puedo imaginármelo, pero creo que estaré más o menos preparada. 

Con este embarazo me pasa algo parecido. Para los ojos de los demás, quienes nos dedicamos en alma, vida y corazón a este mundo de la maternidad -tratamos con madres a diario, escuchamos cosas y casos,  apoyamos y acompañamos a otras madres- una nueva (y propia) maternidad es un momento ideal para "poner en práctica lo predicado" y que además salga perfecto. Desde la noticia de mi embarazo lo he oído en varias ocasiones: A ti todo te será "tan fácil"... 

Hace tiempo que sé que no siempre las cosas salen como uno desea y que hacer planes sólo "para lo bueno"     puede resultar riesgoso. Que no es raro encontrar asesoras de lactancia o grandes defensoras de la teta con problemas para amamantar; partos difíciles en grandes matronas;  momentos complicados en UCIs neonatales, embarazos de riesgo y cesáreas poco respetuosas en mujeres activistas que defienden la evidencia y están altamente informadas. Son cosas que simplemente suceden y que, muchas veces, escapan a la voluntad, sabiduría o buena intención de sus protagonistas.

En estos meses me he cuidado mucho de decir fechas exactas, contar mis elecciones personales (¡¡me preguntan tanto dónde pienso parir!!), qué profesional me atiende, etc., etc.. etc. porque no quiero sentir la presión de que todo tenga que salir tal y cual predije. Porque confío en mi cuerpo, pero también sé que no todo está en mis manos. Porque no quiero que mi elección parezca "la elección". No quiero ser ejemplo de nada.


Por eso, porque ahora tengo la certeza de que somos "nosotras y nuestras circunstancias", durante estos meses no he comprado nada, no he hecho planes de primeriza, no sé de cunas ni coches, ni ropitas de ajuar. He estado meditando en mi plan A y también en los planes B y C por si las cosas no salen como espero. He pensado en que todo puede ir fabulosamente sin olvidar las historias de otras madres. Me siento muy relajada pensando en que me voy a dejar llevar por el momento sin idealizar será "así" o "asá". Porque creo que con el nacimiento de un tercer hijo, con la información y la experiencia de cosas buenas y malas, tengo la oportunidad de abandonarme a lo que venga sin el estrés de mi segundo parto (en el que veía enemigos reales y también molinos de viento), pero sin la ingenuidad del primero en el que todo eran rosas y placer.  

No aspiro a tener el parto orgásmico de la primera vez... No quiero ser perfecta. No busco un diez. 
Tampoco quiero ser pesimista y llegar a ese día llena de miedos al suspenso. 

Quiero disfrutar del momento... dejarme llevar... 





jueves, 2 de agosto de 2012

Ya sabemos lo que es...



Durante este embarazo he soñado al menos 4 veces con la criaturita que espero. En todos los sueños me nacía una niña, muy parecida a Piojilla y me decían que había pesado 4 kilos. ¡¡4 kilos!!!  ¡¡Y otra niña!! Se me dan bien las niñas.

Esto de saber el sexo de mis hijos con anticipación y por "instinto" como les pasa a otras madres... pues no es algo que domine ni mucho menos. No tengo ni idea. Con la mayor no supe lo que sería hasta que la tuve en brazos, pero siempre soñé con una niña morena y eso fue lo que salió. Eso me bastó para creer en mis súper poderes adivinatorios. 

Pero a Piojilla la tuve por Piojillo hasta el día de la eco que me sacó del error. Durante esos meses previos yo estaba tan segura de que tendría un niño. Mi "seguridad era tan segura" que hasta le compré un hermoso gorro con la palabra BOY en la frente. ¿Resultado? Una piojilla con un gorro que ponía "Boy"

Cuando me dijeron que Piojilla era una niña me llevé una gran decepción y me sentí timada. Fue un sentimiento que duró una hora... pero lo tuve. No podía creer que mi súper instinto de madre me hubiera jugado esa "mala pasada". Claro que quiero a Piojilla con locura y no me imagino otro bebé en su lugar. 

Esta vez no he comprado nada. Ni un calcetín. Papá Conejo siempre ha dicho que le daba igual lo que fuera (de verdad??). Yo he llegado a bromear con el tema diciendo que "con que sea sólo uno" me conformo, y aunque una niña completaría el círculo femenino de la casa, en mi interior he deseado que fuese un niño... porque esta criatura ha venido de una forma tan especial y me siento "tan diferente" que no podía fallar mi olfato.  ¿O sí? Mis sueños premonitorios de niñas de cuatro kilos no coincidieron con los deseos del resto de la familia que augura que nacerá un príncipe y no una princesa... hoy escribo este post para revelar el secreto de la corona: 

Como conté en mi último post, estuve con la querida Dra. Miriam Al-Adib esta semana. Hablando y hablando de bebés y tripas, de repente me preguntó si ya sabía lo que era y le dije que no porque en todo el embarazo me han hecho una sola ecografía y era todo muy chiqutín para ver algo. Y me lo ofreció... la tentación me pudo y allá que fuimos. Un poquito así, un poquito asá y pude verlo claramente:
Mi tesoro enseñó sus joyas: Sí... es un NIÑO!!! ¡¡¡El Piojillo!!!! 

¡¡Estoy inmensamente feliz!!!! 




Ausente, pero no.

  No entro mucho por aquí aunque lo estético sea estar presente en redes. Y lo que sucede en realidad es que los días pasan rapidísimo y no ...