martes, 20 de noviembre de 2012

Ya queda menos...

Es la frase que más escucho en esta época. "Ya queda menos"... 
Ayer, hablando con mi querida Vivian Watson de "Nace una mamá" y también embarazada,  comentábamos lo políticamente incorrecto que resulta quejarnos de cómo llevamos el embarazo... pero ¿y qué hacemos si es así? Si no hay un día de descanso? Creo que es importante decirlo para que otras madres puedan también expresarse sin sentir la presión de tener que "disfrutarlo". Es un consuelo saber que hay más. Recuerdo que una vez una amiga me dijo que ella los hijos los tendría "de gajo"...que el embarazo no molaba nada. Como le entiendo. 

Y os cuento:  Estuvimos juntas en una reunión de blogueras en la que al finalizar tuvimos un pequeño refrigerio del que sinceramente disfruté. Estaba todo rico... pero me duró en el estómago lo que tardé en llegar a casa. Que pena. 

A estas alturas, vomito en pocas ocasiones, pero la sensación de náusea perdura y perdura como el conejito de Duracell... día entero. Tengo un arsenal de antiácidos, digestivos, infusiones y trucos para mejorar el tema, todos con muy poco éxito.  El embarazo no es una enfermedad... pero quienes "lo padecemos" no podríamos jurarlo. A eso se suma los síntomas llevaderos: el cansancio típico de este trimestre -y aún más considerando el ritmo de vida que tengo- los veinte achaques y dolorcillos, el estado de ánimo cual montaña rusa, etc., etc., etc. Estado de gracia. Sí, muy gracioso oiga.


Ya queda menos. Ya queda menos y aún no he tenido tiempo de organizar nada. De hacer planes y las cosas típicas que se hacen con el primer hijo. No hay un huequito para mi niño interior, excepto por las madrugadas, cuando el insomnio se apodera de mí y se me hace de día sin poder dormir. Me siento culpable por esto, porque creo que de todos los hijitos que han vivido en mi barriga, es a éste al que he prestado menos atención... vivo el día con cientas de ocupaciones y he estado posponiendo "lo suyo" porque quedaba mucho. Y ahora, ya queda menos. 

Insomnio. Es mi único momento con él. Entonces le pienso y aunque aún no puedo visualizarlo, le prometo mil cosas. Siento sus patadas y me asombra tenerlo dentro. Es que no puedo creérmelo todavía y si no fuera por la indigestión perenne, no me daría cuenta de que estoy embarazada. No he tenido tiempo de hacerme a la idea y aunque tenga la sensación de que el embarazo es eterno, en realidad el tiempo ha volado. ¿Quién soy? El espejo me devuelve una imagen que me hace sentir igual que cuando estás en la sala de los espejos de la risa y te ves más alta, más flaca, más gorda o más baja. Como si fuera una imagen irreal, ilusoria. 

En mis otros embarazos todo ha sido diferente. Y con las dos piojillas tuve tiempo de sobra para pensar en ellas y hacerles un lugar en mi cabeza, porque la mitad del embarazo no trabajé... y ese reposo obligado, me obligaba también a estar pendiente de cada contracción, de cada movimiento, de los mil nombres que se nos ocurrían, de los zapatitos tejidos... No ha habido tiempo para este bebé que se abrió camino solo. 

Y sin embargo está aquí. En mi tripa de luna llena, la que me impide verme los zapatos... la que me hace andar lento y pausado (algo excepcional en mí que soy, como dirían en mi pueblo, una "falso afán"). Se contrae cien veces diarias y ya no sé diferenciar si son esas de "ejercicio uterino" - famosas braxton- o aquellas que desde el primer día me hacían temer un aborto, luego un parto prematuro y ahora...que al bebé ya sólo le falta el "acabado fino", que me pille sin organizar nada y nazca en el portal de Entre Mamás. 

Falta poco. Y en medio de la crisis mundial, de las preocupaciones diarias, de los cien pagos que no se han hecho, de todas las malas noticias, la vida se abre camino y crece. No tengo miedo a parir, pero tengo miedo del futuro. A veces me pregunto si todo esto en lo que me he embarcado y el gran sacrificio que supone para toda la familia, de verdad vale la pena. Si no será un incongruencia dedicarme tanto a los hijos de los demás y tener tan poco que ofrecer a los míos, porque aunque están aquí a mi lado y de alguna forma "concilio", la calidad de atención que les ofrezco no es la de antes.

Me parece que este bebé viene a sacudir otra vez todos mis esquemas y replanteármelo todo de nuevo. Crisis vital que se avecina con cada patada, con cada movimiento de la vida que tengo en mi interior.

Crece bebé, crece. Mamá te espera.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Sustitutos del sexo



Hacer el amor es, casi en todos los casos, una experiencia grata. A veces más, a veces menos… pero en la teoría y en la práctica, el sexo gusta a la gran mayoría de la población (y si no, no seríamos tantos los humanos). Aporta cientos de cosas buenas a la salud física y mental. Es tan gustoso que incluso cuando hay enfermedades graves y contagiosas se puede leer en múltiples sitios la forma de tener relaciones sexuales seguras.

Si alguien nos dijera:

“Ufff a mí no me gusta. Me duele y no me siento bien cuando lo hago”  O: Me da asco todo lo que tenga que ver con ello. No puedo ni pensar en mantener una relación con alguien… puaj… Yo no practico el sexo ni me dejo tocar… que luego se cae todo y estéticamente queda fatal.

Pensaríamos que esa persona necesita ayuda. Porque lo normal –y lo habitual- es disfrutarlo. No se nos ocurriría decirle: No pasa nada, cómprate una muñeca hinchable y te apañas bien, que mi tío Fulanito lo hizo así y está muy contento.

No le diríamos: Ya… es que no todas las personas pueden. Algunos están condenados a no practicar sexo jamás…  Ni: Sí, hay gente que odia el sexo y tener asco/desagrado/inapetencia continua, es normal también…

Le recomendaríamos algún terapeuta, algún grupo. O quizá le daríamos algún consejillo por si nuestra experiencia le ayuda. Nos interesaríamos por la persona en cuestión… Pensaríamos que ¿A lo mejor necesita terapia psicológica? ¿Un sexólogo? ¿Una persona entendida que pueda ofrecerle recursos para resolverlo?

Pongámonos en el que caso de que busca esa ayuda.

Si la persona en cuestión busca ayuda en un médico o terapeuta, lo normal sería que éste intente dar con el problema, físico o emocional, que le impide disfrutar de la sexualidad plenamente. ¿Qué pensaríamos de aquel sanitario que en vez de ayudarle a resolver la situación le regalase un sustituto? Atención a esta escena:

Coma chocolate, hombre, deje de preocuparse que el sexo no es para todo el mundo. Vea una peli subidita, y siga el método "hágaselo usted mismo" que hay gente que nace así, sin la capacidad de amar al otro. Lo “natural” está muy bien, pero cuando se puede. Cuando no se puede, pues hay que tirar de otras cosas. Tome, una tarjetita de la tienda XXX. Encontrará lo que necesita en varios formatos: plástico, silicona… y si le sigue dando grima, apague la tele temprano y no piense más en ello. Cuando no se puede, no se puede.

Que rara sería esta situación. ¿No pensaríamos que le están tomando el pelo?  ¿No buscaríamos otra opción si fuese nuestro caso? ¿Una segunda opinión al menos?

Buscando sobre este tema en sitios de difusión masiva nada científicos (así tipo página enfemenino) para ver qué se cuece en otros mundos diferentes del mío, encontré un articulín y me ha gustado este párrafo que copio:

…algunas sienten dolor cada vez que realizan el acto sexual. En pleno siglo XXI, y dadas las posibilidades de tratamiento, ese sufrimiento es irracional. Sobre todo porque no sólo afecta al bienestar físico, sino a la relación de pareja y a la propia autoestima. 

He seguido buscando y resulta que en ninguna de estas páginas (y aclaro que no es información científica ni nada muy estudiado, sino que allí está al alcance de cualquiera) se aconsejan sustitutos, se menosprecia ese dolor o inapetencia ni se aconseja dejarlo estar. Al revés. Se dice que hay que buscar ayuda, que no es algo normal y que no hay que tener miedo ni pudor para encontrar soluciones al problema.

En ningún foro he encontrado que los que sienten dolor/inapetencia sexual continua se sientan ofendidos porque otros puedan y deseen practicar sexo.  La gente busca ayuda. Y otros aconsejan buscarla. Alguno habrá que decida la abstinencia porque sí, sin tener problemas… pero no he encontrado ninguno.

A los demás, ningún forero le dice a otro que se resigne o que aprenda a vivir sin ello. Que compre sustitutos o similares. El tema del sexo es suficientemente serio y conocido como para saber que lo normal es lo placentero. No hay guerra entre los que viven a plenitud el momento y quienes sufren o no lo desean.

Eso sí… si la persona de la que hablamos no tiene problema alguno –ni mental, ni físico, ni emocional, ni de dolor u otros, ni es cura o monja condenada al celibato- y elige la abstinencia sexual por decisión “propia e informada”… seguramente respetemos su postura, pero nos parecerá un perro verde.

Ahora bien. Pensemos en la lactancia materna. Lo normal es lo placentero. Lo normal es amamantar. Disfrutarlo y si se tienen problemas, buscar ayuda. Pero en cambio recibimos cientos de sustitutos. Nos dan pocos recursos para seguirlo intentando y nos cuentan experiencias funestas que se resolvieron fenomenal con un biberón. Hasta los ámbitos sanitarios… nos dicen que no pasa nada si no amamantamos. Nos ocultan los riesgos de las fórmulas artificiales. Nos apedrean en los foros si comentamos lo bien que nos va. Nos tachan de radicales si defendemos nuestro derecho a amamantar en cualquier sitio y lugar.

¿No os parece ridículo?

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Tercer trimestre. Piojilla dibuja

No he olvidado el blog... tengo varios post a medias y cientos de ideas... pero al mismo tiempo sé que voy contra reloj y debo dejar un montón de cosas "sobre ruedas" antes del gran día. 
Hay expectativa en todos. Especialmente en las niñas, que no dejan de acariciarme la barriga y de soñar con el hermano que llevo dentro. 
Hoy Piojilla me enseñó un dibujo que había hecho en clase (me emocionó tanto que me lo llevé a casa...) y que quiero compartir hoy con todos: 


Cada lunes, en el cole, los niños hacen un panel de "noticias" donde cuentan qué cosas han hecho interesantes en el fin de semana. Piojilla viene a diario a Entre Mamás, no sólo por estar conmigo, sino a participar de las actividades que hacemos. 
Así que este lunes contó en su clase su visita a Entre Mamás e hizo este dibujo. Es el logotipo del espacio. Un dibujo que hice hace unos años y que tiene historia. 


Os la cuento: La de rosa soy yo, la muñeca roja mi hija mayor y la de amarillo, Piojilla.  Hice este dibujo mientras acompañaba a una mamá embarazada, la muñeca de celeste. Es un dibujo de hace años y entonces me dibujé un bebé imaginario en mi bandolera verde de Hoppediz. No podía pensar que el bebé sería "real" años después.... y que este dibujo se convertiría en el logotipo del proyecto que ocupa mi mente y mi corazón. 
Ese bebé, que asoma la cabeza y que entonces no estaba en mis planes, está aquí... no le queda nada para ver la luz, pero aunque todavía no "esté fuera de su cascarón" ya se nota su presencia en casa. Piojilla es quien más siente que pronto una presencia pequeñita le quitará algo de su protagonismo. Nos lo dice a veces y otras se pone ñonita y empieza a hablar como si tuviera menos años. Celos... 

Por eso este dibujo hecho por ella me ha llegado al corazón. Hay cosas que no se pueden decir, por políticamente incorrectas. A los seis años un niño ya se da cuenta de ello y de que hay cosas que es mejor callar, pero inevitablemente salen en sus dibujos y creaciones. 

Me resulta imposible no recordar mis propias experiencias como hermana mayor. Especialmente la llegada de la última, la pequeña... que me destronó de manera definitiva con su nacimiento y con la que me llevo la misma cantidad de años que se llevarán Piojilla y su hermano. No lo tomé bien y lo recuerdo como si fuera ayer. Pero pasa. Con los años te das cuenta de que en eso consiste ser hermanos: en aceptar, en amar y también pelear y estar en desacuerdo. Una. Mil veces.

Y bueno... ¿Os fijáis en qué es lo que falta en el dibujo hecho por ella? Piojilla ha "olvidado" al bebé de la bandolera verde. Simplemente no está. Que duro tiene que ser para un niño enfrentarse al hermanito que llega... saber que falta cada día menos. Yo también tengo mis miedos, yo también siento que éste será un gran momento para todos y no puedo evitar sentir vértigo. Quiero abrazarla mil veces y decirle que nada va a cambiar, pero sería engañarla un poco. En fin.... sólo queda esperar. Piojilla... te quiero. 






Ausente, pero no.

  No entro mucho por aquí aunque lo estético sea estar presente en redes. Y lo que sucede en realidad es que los días pasan rapidísimo y no ...