Ayer se celebró la Asamblea de El Parto es Nuestro y llevé a Valeria para que me ayudara. Como había mucha gente que no nos conocía "de cara", se sorprendían mucho cuando se enteraban de que Pioja mayor y yo somos mamá e hija.
Y los comentarios, ya se sabe: "Claro, es que te ves tan joven...."
A mí me halagaría si no fuera porque me doy cuenta de la realidad. No es que yo parezca joven... es que ella parece una mujer. Es una mujercita y a veces quisiera poder detener el tiempo y protegerla de todo lo malo, de todo lo que pueda oír, de todo lo que pueda ver, de todo lo que puedan hacerle, de todo lo que pueda decidir y que no sea del todo bueno para ella.
Verla enorme, hermosa y espigada me produce vértigo. Es un sensación ambivalente, mezcla de orgullo y miedo.
Qué difícil es ser mamá. Y una piensa que a medida que crezcan serán más independientes, existirán menos problemas y será más fácil.
Nada más lejos de la realidad. Es un camino cuesta arriba pero eso sí: un camino hermoso.
Estoy convencida de que nacemos dos veces. La primera, hacia los brazos de nuestras madres. La segunda, hacia los brazos de nuestros hijos. Nadie nos dice que nuestra vida nunca más será la misma y tampoco es posible adivinar cuán grande puede ser el amor ni el inmenso poder que tiene el instinto... Cuando somos madres, comenzamos a nacer... (C. Pariente)
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domingo, 9 de marzo de 2008
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