lunes, 16 de febrero de 2009

Pringados y felices

Para Clara, la líder.

Hoy este blog cumple un año. En todo este tiempo he recibido saludos de mamás de diversos sitios del mundo que me acompañan con su lectura en este camino. Saludos cariñosos de gente que no conozco, pero que me ven/se ven a través de este espejo y a quienes guardo en el corazón.

Poca gente puede entender que este mundo de maternidad y crianza (y todos sus recovecos) me llene tanto la vida. Poca gente entiende que haya "aparcado" mi brillante carrera (¿?) para dedicarme al mundo simple de pañales y arrullos.
Tengo un trabajo sencillo. Lo suficientemente interesante para no aburrirme, pero lo bastante flexible para permitirme ejercer mi profesión de mamá. Seguramente podría escalar más alto, pero el precio a pagar es tan caro, que no estoy preparada para ese abandono, para ese intercambio de prioridades.

Amo mi carrera. No le he puesto punto final. Tal vez la retome en un par de años, cuando la oferta hecha no me exija abandonar mi nido, no irme demasiado lejos ni demasiado tiempo. Seguro que pido mucho; lo sé.

A veces sueño con archivar todo, volver a coger los libros y dedicarme algún día a todo esto que me llena, pero de manera académica y profesional. Sin embargo, el hacerlo también significaría un esfuerzo adicional y menos horas de mi tiempo al lado de mis piojas. Por eso no me atrevo a dar el paso.
Vivo el día, los meses y los años, diciéndome a mi misma que hay tiempo. Que soy joven y las niñas, pequeñas; que la infancia no vuelve; que nunca son suficientes los abrazos.
Sería poco sincera si dijese que a veces - sólo a veces - miro con nostagia mis librillos, los títulos guardados, mis proyectos para cuando llegue el momento. Pero luego mi mente vuelve a su sitio y curo con besos los dedos machucados, hago torres de colores, me afano buscando en los libros el triángulo de Pascal y la ley de Ruffini y ocurre la magia: me convierto en médica, arquitecta y científica en sólo un par de minutos.

Mi marido, que es más práctico, me dice que tenemos que disfrutar de la vida y sus pequeños placeres. Que no hay que vivir para trabajar porque nuestro tiempo por aquí es muy corto y no merece la pena desperdiciarlo. Pensando en todo esto hoy he vuelto a esquivar la oportunidad profesional y he decidido no arriesgar, no lanzarme al vacío y quedarme en el mismo sitio de siempre, con la ilusión de que pronto hará buen tiempo y podremos hacer picnics en los parques y dar juntos paseos interminables. Que de momento, no quiero puestos que exijan "disponibilidad horaria" porque me gusta merendar con mis hijas.

Tal vez soy muy conformista. O al revés... no me conformo con no vivir plenamente.

O tal vez, como bien dice mi buena amiga Clarará, es que hemos nacido para ser pringadas... y absolutamente felices.
:-)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Clau, muchísimas felicidades por tu decisión de disfrutar la vida a cada minuto :D
Un besiño muy grande para tí y tus piojas, y papá conejo

Maite dijo...

Me pasa esto mismo: "A veces sueño con archivar todo, volver a coger los libros y dedicarme algún día a todo esto que me llena, pero de manera académica y profesional. Sin embargo, el hacerlo también significaría un esfuerzo adicional y menos horas de mi tiempo al lado de mis piojas. Por eso no me atrevo a dar el paso."

Diana dijo...

Claudia, que de veces pienso como tú...conozco profesionales buenísimos a los que admiro, pero no admiro como han dejado un poco aparcados a su familia para conseguirlo. En esto no existe el equilibrio. Siempre te tienes que decantar por algo, pero creo que decantarse por la familia es más seguro que ninguna empres.
Un beso

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