Otra vez Pascua. ¡Cómo pasan los días y los meses!
Nos hemos divertido mucho con la búsqueda de huevos este año. Primero en casa: daba gusto ver a las niñas corriendo de un lado para otro, gritando y riendo ¡Aquí hay uno! ¡Aquí hay otro! y reunir todos los huevitos como si fueran tesoros.
La piojilla ha participado mucho más porque ya se da cuenta de todo, le interesaba más la sorpresita que había dentro de cada huevo, que el chocolate de la cubierta. Destripaba el huevo en busca del juguetito. Cuando estuvieron todos los huevos reunidos saltaron a la cama grande a seguir destripando, armando, comiendo e intercambiando los huevos. Papá, montando minúsculas piezas: brazos y piernas, ruedas y alas; las niñas riendo y abriendo sin cesar. Miski, nuestra perrilla inseparable de los juegos de ambas, había corrido detrás de las niñas todo el tiempo, como si ella también fuera la protagonista. Esperaba paciente, trepada en la cama, a ver si alguna migaja de chocolate caía. Pero nada.
Y yo, sacando fotos; riendo y escuchando sus intercambios y trueques. Cuando me quise dar cuenta del chocolate a penas quedaba nada. Robé un huevo aprovechando la distracción de las piojillas, pero fue rapidamente descubierto por Sofía que escapó hacia el salón gritando "hay que compartir!!!" acompañada de la perrita que estaba muy atenta. Y yo: No!!! que ese es mío. Que no lo quiero compartir!!! y hago como que voy a perseguirla. Ella reía. Volvió a los dos minutos, con cara de traviesa y tres pedacitos de chocolate en la mano: "Mamá, lo he compartido." Y me ofrece sus miguitas aplastadas. No sé si comerme el chocolate o comérmela a besos.
Valeria vuelve a tener 5 años y ordena los piratas en fila india. "Éste para tí", "Éste para mí". "Éste está repe". Ha sido más hábil y ha escondido algunos huevos vacíos en algún lugar secreto. Me enseña dónde y me pide "un abrazo que dure un minuto". Son abrazos de osa enorme, aún cachorra pero gigantesca. Me gusta cómo se ve en pijama porque es mi niña; mi morenita dulce, mi Vabe. Con vaqueros es otra; se me hace más lejana y menos mía.
Nos falta tiempo para ponernos guapos e ir a casa de la Abuelita. Allí esperan más huevos, más chocolates, más sorpresas. Casi no entramos en la mesa con tanta familia que se ha reunido. Mi madre hace de "moderadora" y anuncia caliente, caliente.... frío, frío. Van saliendo de su escondrijo chocolates para todos; partimos y repartimos y damos el visto bueno: este es muy rico, este no tanto. Mi padre saca fotos sin parar y las niñas siguen buscando y riendo...
Se acaba el día. El próximo año seremos más y habrá un nuevo bebé en la familia: más chocolates, más besos, más risas...
:-)
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