De golpe y porrazo la pobre piojilla ha empezado a ser "mayor".
No ha habido elección posible. La Nana se ha ido de un día para el otro y no ha quedado más que pedir (suplicar) un espacio en la guarde que teníamos prevista para septiembre.
No hemos tenido "periodo de adaptación", ni nada por el estilo. El primer día (supongo después de tantas historias de niños felices que van al cole, de ver a su hermana ir feliz, de tanto decirnos ella misma en sus juegos que "se va al cole") estuvo bien, o eso parecía. Cuando la recogí estaba eufórica y se pasó la vuelta a casa contando sobre su cole, los amiguitos, las cosas que había hecho allí.
El segundo día, más o menos lo mismo. Le noté como "demasiado" alegre... no me parecía que fuera ella misma y tenía la impresión de que estaba fingiendo para vernos felices. Por la noche, esa aparente calma y felicidad se derrumbó y me dijo muy seria: No gusta el cole. Es feo.
Me quedé un poco aliviada de que, finalmente, la verdadera Piojilla había hablado y estaba siendo sincera. Pero también me dolió el pecho porque no hay más alternativas. Tiene que ir o tiene que ir. Nadie puede quedarse. No podemos dejar de trabajar y es lo que hay.
El tercer día llanto. Mamá!!! no te vayas!!! lágrimas para las dos. Ella porque no entiende este abandono y mías por dejarla así. La profesora me echa rapidamente. Es mejor así, dice.
No me podría quedar de todas formas.
Sufrimos. Está llorona y demandante. Sólo quiere hacer todo "con mamá"; "mi mamá, mía" y me pregunta todo el día: Mamá, te vas? Este mes ha sido especialmente duro en muchos aspectos y para rematar esto...
La pobre se ha hecho mayor, se le ha ido su pepito, ha dicho adiós al pañal y ahora va al cole. Quiero pensar que en poco tiempo todo estará superado y volvamos todos a la normalidad.
Estoy convencida de que nacemos dos veces. La primera, hacia los brazos de nuestras madres. La segunda, hacia los brazos de nuestros hijos. Nadie nos dice que nuestra vida nunca más será la misma y tampoco es posible adivinar cuán grande puede ser el amor ni el inmenso poder que tiene el instinto... Cuando somos madres, comenzamos a nacer... (C. Pariente)
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domingo, 8 de junio de 2008
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