Siempre me han gustado los animales. Especialmente los perros. De hecho, creo que en una casa sólo se deberían tener perros y gatos (que por experiencia sé que conviven muy bien en casas humanas) y que los demás animales no deberían salir de su habitat y menos para ser encerrados en jaulas o circos.
Cuando era pequeña no dudaba en llevar a casa cuanto perro desvalido, solo o callejero encontraba y le daba comida o le encontraba casa. Mis padres ponían el grito en el cielo, pero finalmente me ayudaban a dar asilo a los perros y encontrarles un hogar.
Recuerdo especialmente un perro amarillo gigantesco que adopté, por decirlo de alguna manera. Era un perro callejero. Nunca entró en casa porque era un perro libre y paseaba por las calles de la ciudad como si fuera suya. Le puse el nombre de Boby y cada vez que me lo encontraba, aunque él estuviera en una esquina y yo en otra, gritaba: Boooobyyy y el perro venía corriendo a mi encuentro. Cualquiera que hubiera visto la escena podría haber pensado que aquel perro enorme corría a atacarme, pero yo me acercaba con mucha confianza a él y el perro me saludaba con lametazos y movimientos felices de su cola. Un día desapareció y después de meses de buscarlo en cada paseo, comprendí que nunca más volvería a verlo.
Entonces tenía yo unos 9 o 10 años y en la ciudad en la que vivía existían muchos perros callejeros, (no como en Madrid donde no es usual ver perros sin nombre, correa, chip y amo) así que era muy fácil encontrar perros desamparados.
Recuerdo que mi hermano, cuatro años menor que yo, siempre se oponía a estos "albergues improvisados", no porque odiara a los animales, sino justamente por lo contrario. Amaba -y ama- a los animales y le daba muchísima pena tener que decirles adiós a los pocos días de entrar en casa. Siempre hemos sentido que nuestras mascotas eran parte de la familia.
Por esa razón, cuando hace unos días mi Pioja me pidió "permiso" para traer una coneja durante unos días, no pude decirle que no. Me contó que se la habían regalado a una amiga pero que sus padres no querían a la coneja y que, incluso, ya le había caído un libro muy gordo "por accidente" (??) lastimándole una pata. Se trata de una conejita pequeña y como se trataba de sólo unos días, acepté. Pioja me aseguró que ya tenía un padre adoptivo para el animalito y que se trataría sólo de un asilo temporal.
Ahora resulta que el niño que se pensaba quedar con la coneja (porque había muerto el suyo hacía poco) no había contado nada en su casa y no tenía el OK de su padres para llevar una mascota nueva: se armó un lio muy gordo. En menos de 24 horas la pobre coneja nos fue devuelta con todo y jaula....
Ahora tenemos a Tomasa - que así la hemos bautizado- en espera de conseguirle una familia nueva, puesto que no podemos quedárnosla. Tenemos ya un perro para cuidar a la que no le hace mucha gracia tener competencia. Pero además, está Piojilla que no entiede que a la coneja no se le puede llevar de aquí para allá como si fuera un juguete. No quiero que la conejita sufra en mi casa, pero tampoco quiero dejársela al primero que pase, sin saber cuál será su destino, lo que hace más dífícil su adopción.
En fin... ese es mi dilema esta semana. ¿Sugerencias?
5 comentarios:
Jopelines, yo pensé que habías decidido quedártela. Total a la casa de "papá CONEJO y mamá piojo" no le vendría mal tener 1 hija coneja ya que ya tienen 2 hijas piojo no?
jiji, cierto. La cosa es convencer a Papá Conejo de tener otro hijo...
Cuando vuelva y vea que la huésped sigue aquí no sé yo si le va a molar...
maja, estoy buscándole asilo en Denia, ya te cuento algo....
Hola!! En casa tenemos un conejo -como tenemos un departamento no era muy viable ni el perro ni el gato-, los conejos son buenas mascotas, pero no se llevan bien con los perros porque estos los ven como presas, el nuestro es un conejo enano -Hugo Cascabel-, te recomiendo que no lo carguen , su columna vertebral es muy delicada, es cierto no es un juguete, si el conejo que tienes en casa es de una raza norma y gigante, lo mejor será buscarle una casa con jardín, los enanos viven bien en su jaula y en la casa libres por unos buenos ratos, necesitan mucha agua, aserrín, heno y verduras, en cuestión de alimentación son bastante fáciles pero comen todo el día, pero cuidado sí se encariñan con sus cuidadores, deberías de ver como le atrae a Hugo mi bebé Fátima porque aunque ella no lo cuida siempre se le acerca a saludarlo a su jaula.
Mil gracias Flor! Finalmente se lo dejamos a una amiguita de Pioja.
Es una coneja enana, no crece demasiado pero come como dos perros!
El perro y ella no se llevaban bien, pero porque la coneja atacaba a la perra; no al revés. Es una mini-perri, bichón maltés que le tenía pavor a la coneja jeje.
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