No es que no haya pasado nada. Es que ha pasado de todo.
He estado sin tiempo físico (¿por qué los días sólo tienen 24 horas?), quitándole horas al sueño para todo lo que hay que hacer, llamar, escribir, preguntar, enviar.... No he podido hacer una sola entrada y tengo cientos de cosas que contar.
Este logo lo hice para ella, bajo su dirección. Somos nosotras dos |
Ha sido un mes difícil en muchos aspectos y gratificantes en otros. No quiero aburrir contando todo lo que ha ido sucediendo, por lo que esta vez, mi post de diciembre - hoy mismo es Navidad- quiero dedicarlo a mi amiga Cósima, gran sabia y apoyo incondicional en general y en particular de este último sueño loco que es Entre Mamás.
Fue la primera en creer en mí cuando parecía naufragar mi barco. La que más me llamó en mis horas más bajas y la que más se alegra cuando estoy feliz.
Un Pepito Grillo personal. El otro día que me quejaba de algo - es mi forma de quitarme el estrés, ser un poco pesimista e ir soltando quejas- Cósima aguantaba estóicamente mi letanía de "vayas" cuando me dijo:
A veces estamos tan concentrados en aquellas cosas que no tenemos, que somos incapaces de ver aquello que está a nuestro alcance...
Me quedé callada y luego dije: tienes razón. Como casi siempre.
Ya lo sé. Tengo tantas cosas que agradecer, que se me olvidan. Que no soy capaz de vislumbrar las luces que tengo a mi alrededor y hay días en los que sólo me concentro en las sombras. Y ella me lo recuerda.
Tengo que decir que veo el futuro con felicidad. Dentro de mí hay una optimista en potencia, pero cuando estoy desanimada, triste o llueve... necesito sacarlo de mí y expresarlo. Ponerle palabras a mis sentimientos; tal vez llorar un poco.
Es un ejercicio de catarsis. De depuración del alma, simplemente. Una vez que la queja está fuera de mi, que se hace palabra... se me pasan todos los males.
Pero a veces tengo días negros y llego con cara de pocos amigos. Esos días en los que parece que el mundo está contra tí: te levantas tarde, el espejo te odia, el autobus te abandona, llueve y no tienes paraguas, pasa un taxi y te empapa.
Llegar a la isla, ese espacio en el que mi amiga y yo hemos puesto toda nuestra energía y cariño, es un remanso de paz.
Cósima está siempre allí, ofreciéndome siempre una sonrisa y una palabra amable. Dándome los buenos días y atropellándome con miles de ideas que yo voy apuntando como taquígrafa para que no se nos pierda ninguna. Y cuando le digo: Pero es que eso no se puede hacer ella siempre responde con picardía "yo sólo digo! apunta, apunta..."
Proponiendo cosas, inventando frases, contándome de resturantes exóticos y lugares increíbles a los que nunca he ido y a los que se puede llegar en metro.
¡Nos reímos tanto! y hacía mucho que no reía de cosas sin importancia, que no me emocionaba con cosas simples, que no me ilusionaba con cosas sencillas como comprar el café y cambiar los muebles de lugar.
Esa es mi amiga. Nos ha unido el amor por lo que hacemos y cada abrazo suyo es una energía vital.
Es mi compañera, mi socia, mi doula.
Yo acompaño mujeres. Ella me acompaña a mí.
4 comentarios:
qu´e bonito!!! me alegro mucho por vosotras...y bueno, lo de reir mucho, es lo más, lo mejor....es lo que más hecho de menos de mi época de bailarina...lo que nos podíamos reir...
un besito...
¡Cuanto me alegro por vosotras Claudia!! Enhorabuenas a las dos y que se sigan cumpliendo los sueños conjuntos que tenéis y los particulares de cada una.
Besotes.
Bella amistad.
Hola por un comentario tuyo en mi blog me topé con el tuyo.. y quería decirte que me encantó!
Me has transmitido mucha cercanía con tus palabras..
Nos estamos leyendo,
un beso
PAM
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