Como profesional de la
comunicación en salud (dedicada a la salud pública, la maternidad y la infancia)
una de mis especializaciones es el análisis del mensaje. Tengo absolutamente
clara la importancia del lenguaje y de la imagen y por ello considero
primordial saber usar ambas cosas para transmitir lo que deseamos. Es innegable que los medios de comunicación y
las diferentes redes usan de forma estratégica (vender, siempre vender) sus
impactos visuales para condicionar nuestro cerebro, para endosarnos su producto.
Es lo suyo. Para eso trabajan y gastan miles de euros. Obviamente ponen en valor un tipo de ser
humano, un tipo de mujer, de hombre, de cuerpo. Se idealizan las acciones, se
proyectan ilusiones. Nos enseñan la hamburguesa más deliciosa, el viaje más
espectacular.
Hace 50 años quizá todas estas prácticas eran un secreto. A estas
alturas de la vida, cuando incluso en nuestros móviles y fotos son posibles los
filtros y las ediciones…. pensar que alguien puede creer en esas “realidades”
es como mínimo ingenuo.
Vender no tiene “principios
éticos”. Ahora por ejemplo podemos ver un montón de campañas con “cuerpos
reales”, “diversidad” y otras memeces. Nos venden “maternidades reales” como
panes. Incluso muchos –intervencionistas- centros de atención
privada al parto se han subido a ese carro y nos ofrecen “parto natural”, “afectivo”,
“humanizado” … es solo maquillaje.
El sistema está hecho para
consumir y que quieras siempre más y mejor. Se apela al placer y a la
perfección; pero ya tenemos armas para desenmascarar estas quimeras y elegir
con la cabeza. Se puede tener una mirada crítica hacia esta sociedad hedonista
y vivir en ella igualmente sin deprimirnos por no llegar a los estándares de
plástico.
Pero es una responsabilidad
personal no mirarnos en los espejos ajenos y buscar ayuda terapéutica cuando
nuestros ideales personales se parecen a los de la tele. Algo va mal. No es solo culpa de los contenidos que
consumimos sino mucho más profundo: cómo hemos sido criadas las personas, los
valores que nos han rodeado mientras crecíamos, traumas y situaciones
particulares. Amarnos a nosotros mismos es una asignatura que todos deberíamos
trabajar.
Pilar Rubio parió hace unos días
y me he cansado de ver críticas a esa primera imagen compartida. Cuando esta
mujer sale preciosa en su foto de posparto y se le ataca por “perpetuar” esa
imagen de perfección, nos equivocamos de sujeto de crítica. No es la madre,
recién parida e igual de vulnerable que otras, la que debe ser objeto de
mención. Querer salir guapa no es motivo para pedir perdón... y si el sistema nos molesta podemos hacer mucho desde lo individual para
cambiarlo; hagámoslo en silencio. Lo demás es igual de postureo.
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