El otro día, en una charla que di en un Centro de Salud, un papá me replicó un poco airado el porqué las monitoras de estos grupos de madres (sea lactancia, crianza o temas afines) nos dirigíamos con énfasis a las mamás y dejábamos a los papás de lado. Que parecía que restábamos importancia a su papel o que simplemente no jugaban ninguno.
Le contesté que no. No es esa nuestra pretensión. Que el papel que juega el padre es igual de importante, aunque los cambios físicos y emocionales los viva de otra manera. El embarazo, el parto y la lactancia son cosas inherentes a Mamá de forma natural, pero no por ello Papá está en un segundo plano. Es una ficha clave; es la mano que sostiene a la Mamá que nace en el momento del parto; es el apoyo emocional de su mujer en la transición/metamorfosis, el referente de fortaleza en ese momento de bajón hormonal que nos afecta a todas y que nos hace soltar esas lágrimas extrañas (y casi siempre incomprendidas); la voz de ánimo cuando una lactancia se dificulta, el guardián de la casa ante las visitas pesadas, el relevo de las noches de cólicos y llanto interminable a dúo, la otra piel que quiere sentir el bebé cuando su madre no está.
Un papá puede hacer muchas cosas; la diferencia fundamental entre Papá y Mamá, es que papá puede no querer hacerlas. Es decir, para que no se malinterprete: Mamá no tiene opción, se embaraza, pare, da la teta. A veces es agotador y quisiéramos huir; pero es mucho más difícil escapar aunque tengamos ganas.
Papá tiene en ese sentido las cosas más fáciles. Vuelve al trabajo enseguida, su vida no cambia mucho, su mundo sigue siendo igual cuando atraviesa la puerta de su casa. Físicamente no ha sufrido transformación alguna y sus hormonas no le juegan malas pasadas.
Por eso le es difícil entender que a Mamá las cosas no le resulten tan amables; ella, la que tanto quería un hijo... Ahora llora!
Papá puede llegar e involucrarse hasta donde él mismo quiera; y eso es muy muy lejos. Puede hacer muchas cosas por Bebé, pero también por Mamá, que no hay que olvidar, es además, su mujer.
Puede ser más atento y no esperar "recuperar" tan pronto a la mujer que antes tenía. Puede ser más paciente y leer con ella todos estos aburridos artículos sobre crianza. Puede tener al bebé piel con piel, hablarle y acunarle. Y atárselo al cuerpo como si estuviera "embarazado". Puede calentar la lechita que se extrae mamá y dársela amorosamente a Bebé cuando ella descansa... Y más tarde, jugar a las muñecas, hacer deberes, hablar con los hijos, llevarles, recogerles, llamarles por teléfono, acompañarles en todos sus momentos, aunque esté a millas de distancia.
La maternidad no se reduce a panzas de globo y tetis lecheras, es mucho más. La paternidad tampoco tiene límites. Hay mucho por hacer el resto de la vida de ese niño que hemos traído al mundo, simplemente hay que querer involucrarse.
No sirven las palabras "yo ayudo a mi a mujer con el niño", porque ella no necesita ayuda. Necesita compartir la responsabilidad y los temores que enfrenta con esta nueva vida que llega tras el nacimiento de Bebé, que es de los dos.
Suspiro....
Hay papás involucrados y de los otros. Hace 13 años, cuando topé con uno del bando del de los otros, decidí que no nos hacía falta ninguno para ser felices y miré de frente el futuro. En el camino surgió un papá que nunca firmó nada, que no le vió nacer, que no pudo acunarla y que sin embargo se involucró como nadie en la crianza de este pedazo de luz. Un papá con un buen par de aquello que las gallinas ponen, que asumió un cachorro ajeno como propio.
Han hecho falta años para que la Ley le reconozca como Papá, aunque de facto, lo sea de dos niñas... Desde el 12 de septiembre, Papá Conejo tiene algo que ya quisiéramos tener todos: Un certificado de idoneidad como PADRE. Así, con mayúsculas, porque se lo ha ganado.
Desde aquí mi tributo al hombre que es el mejor padre que mis hijas pueden tener; el amadísimo compañero de camino y el mejor amigo.
Papá Conejo: cada día me enomoro más de tí.
Te amo.
:-)
5 comentarios:
tía que acabo llorando! ja, ja
un beso
Guapa, cómo me gusta leerte ....
Besos, tu choferesa.
Claudia, como me alegro que por el comentario de ese papa enhojado, te haya salido un relato tan bonito y precioso, tan lleno de amor y sinceridad. Yo también conocí a uno de los otros... no tuve hijos con él porque sabía que iba a estar sola en el camino (era mayor, y las cosas se maduran más). Me considero afortunada porque como tú y como muchas otras mujeres, hayamos encontrado a uno "de los nuestros", jejeje!
Diana
Clau, como siempre precioso.
Un besazo, Iri
Bueno yo, ya he llorado y bastante... me alegro, por tí, aunque no te conozca de nada, pero me llagan tus palabras, me llega tu mensaje... espero algún día tener tu misma suerte. Besos
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