domingo, 11 de octubre de 2009

Llantinas

Hace un año mi madre intentaba consolarme cada vez que la Piojilla tenía una rabieta y yo un casi-colapso nervioso. Me decía que los niños son así, que es una fase, una etapa hacia su propia identidad. Siempre lo entendí así y, a pesar de que los ejercicios de paciencia nunca han sido bastantes, estaba "preparada" para la etapa rabietil.

Pero mi madre también me dijo algo que sólo ahora tomo en cuenta: Cuando se le pase la edad de las rabietas, llegará la edad "de las llantinas". Esta es una etapa que no todos los niños pasan; o que algunos viven como una mezcla de "rabietas + llanto" y muy pocos, como si no pasara nada. Suele coincidir con la entrada en el cole, la llegada de un hermano, el cambio de casa... es decir, con pequeñas crisis de existencia.

Cuando nació mi sobrinito, hace dos meses, Piojilla no le hizo mucho caso, intentó ignorarlo. Pero como el bebé vino para quedarse, se sintió celosa - aunque disimulaba bien los primeros días - y comenzó a llorar ante cualquier tipo de frustración, real o imaginaria. Yo pensaba que era cuestión de días, o semanas.... pero después de dos meses de haber nacido el pequeñín, creo que puedo afirmar que hemos entrado con los dos pies y de forma rotunda a la etapa de "las llantinas".

La diferencia entre rabietas y llanto es casi imperceptible, aunque las mamás que tengan un hijito que haya pasado ambas "etapas" creo que entenderán perfectamente cuál es. La rabieta es fuerza y vigor. Puede durar mucho tiempo (aunque dure 2 minutos, siempre parece más larga) y cuando pasa, da la impresión de que el niño se ha descargado y vuelve a estar contento. El llanto es un sonido eterno, no siempre acompañado de lágrimas. Parece que "hablan" llorando y que lloran por todo, enlazando causas y sin dejar apenas tiempo entre un llanto y otro:

Quiero agua; en ese vaso no, en el mío; agua fría; no está fría, está caliente. Del grifo no; no me gusta: de la jarra, de esa jarra nooooo. Hazme un dibujo, así no, más pequeño, más grande, más bonito, más arriba, yo queriba un perrito pequeño, no, más pequeño..... así hasta el infinito, en el mismo tono lastimero.

La diferencia está en que el llanto constante es también mucho más agotador que la rabieta. Y que muchas veces es un reflejo de nuestro estado de ánimo, de nuestra situación en casa, de los cambios que hay y de cómo reaccionamos ante esas lágrimas. A la piojilla le ha sentado fatal dejar de ser "la pequeña" de la familia... me pide que no coja al bebé, que no le hable, que le coja a ella. De repente se ha vuelto bebé también y cuando le pregunto qué quiere, qué necesita, me dice muy claramente: "quiero mamá" en un lenguaje y tono de bebé chiquitina.
Esta situación se repite cada vez que hay otro niño más pequeño que ella, pero siempre y cuando YO ESTÉ PRESENTE (o papá, con menos frecuencia). Si Piojilla está en el cole, con otros adultos, pues está más fresca que un limón y es la niña más tranquila del mundo. No sólo no llora, no gimotea, sino que se comporta como toda una niña-mayor (¿existe eso?), habla con absoluta propiedad y dice hasta "por favor y gracias". Alucino.

Creo que con toda esta explicación queda más que claro -me sirve para mi propio análisis también- que la necesidad de la Pioji soy yo y que tiene pocas ganas de dejar de ser "mi bebé", aunque la talla de los vaqueros y su andar de niña, griten lo contrario. Que tengo que armarme de (más) paciencia y abrazar más, acompañar más, jugar más... Más, Más, Más.

Suspiro....

He retomado "llantos y rabietas" por lo menos para sentirme acompañada en esta historia y también estoy buscando más información sobre el llanto, los celos y los 3/4 años. Desde luego también he vuelto a contar hasta 10, hasta 20... y hasta cien. Me supera, claro que sí!! pero cada vez que estoy a punto de perder la calma recuerdo aquella frase que tantas veces me ha ayudado: Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite.* Aplicable a todo y siempre, a que sí?


(* Atribuida a R. Stevenson, autor de la gran obra, El extraño caso del Dr. Jekill y Mr. Hyde que tanto me gusta y que es un gran manual sobre la conducta humana)

La viñeta, de google...

3 comentarios:

Alifrancis dijo...

Madre mía como te entiendo.Pero yo estoy en la etapa de las rabietas.El domingo cumple dos añitos,así que imagínate.

Seguiremos contando hasta cien.porque yo hasta 20 no me dá ja ja ja ja ja.

Un beso de Ali y Francis.

P.D.La frase me parece estupenda.La dejo grabada en mi cabeza

Anónimo dijo...

Claudia, mi Silvia está igual... y yo decía que las rabietas ya se habían pasado, sí, pero esto no me lo sabía yo pues la mayor no lo pasó.
Nosotros decimos eso que tan bien explicas tú: "¿Pero cuándo va a decir las cosas sin lloriquear?"
Y mientras sólo nos queda abrazarla y contenerla y sobre todo contar hasta 10 y 20 y 30...

Un beso Claudia, de Luisa y familia

Anónimo dijo...

Clau! Me has puesto los pelos de punta! Me he visto reflejada en todo lo que has dicho, me has revelado el misterio que me trae de cabeza en las últimas semanas porque no entendía bien que le estaba pasando a mi bichito de 2 años y medio, bueno, si lo se, estoy embarazada de 32 semanas y es evidente que esa actitud es fruto de lo poco que le gusta la llegada del bebé que la va a "destronar", pero al leerte he entendido de golpe... Muchas gracias!

Ausente, pero no.

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