Para Sofía y sus tres añitos
Es la víspera de tu cumple. Tarde ya... y te veo dormir.
Tus manitas regordetas de bebé grande tienen todavía marcas de rotulador del dibujo que me hiciste. Tienes la carita redonda y los mofletillos en rosa de tanta actividad. Te veo dormir y me contagias tu paz.
Parece mentira que seas la misma bebé que recibí a las 4 de la tarde hace tres años. Parece mentira que a esta hora seas otra vez una bebé dormida y que hace sólo un momento eras "tan mayor" y me contabas cuentos imposibles, querías lavarte sola las manos, alcanzar aquello que estaba tan alto, jugar a que tú eres la mamá y yo la hijita.
Te veo dormir y me dan ganas de comerte a besos, de abrazarte mucho y acunarte otra vez. Te veo dormir y sonrío al acordarme del amor que le tienes a tus botas marrones y a la falda vaquera que compramos el otro día. Te veo dormir y si cierro los ojos escucho tu voz, diciéndome seriamente que "mueres de comida" o "mamá, ayúdame que no sabo".
Esta hijita chiquitita que me cambia los esquemas, que sonríe, que escapa, que llora y se enfada. Que me lleva en un momento a descubrir la ternura de sus manitas pequeñas y el límite de mi propia paciencia.
Qué difícil hija no reírte las gracias. Qué difícil disimular nuestras risas cuando haces una travesura o dices algo "gordo" que has oído por ahí y lo repites sin cesar, sin cesar, sin cesar. Y papá y yo nos miramos, cómplices y nos esforzamos por estar serios y adultos... y la batalla es imposible. Ganas.
Qué difícil hija no reírte las gracias. Qué difícil disimular nuestras risas cuando haces una travesura o dices algo "gordo" que has oído por ahí y lo repites sin cesar, sin cesar, sin cesar. Y papá y yo nos miramos, cómplices y nos esforzamos por estar serios y adultos... y la batalla es imposible. Ganas.
Qué difícil chiquitina, no estallar cuando tu genio sale a flote y tenemos que contar hasta diez y hasta veinte y así... y de repente, como si tocásemos un botón mágico vuelves a ser en un segundo la misma niña dulce.
Te veo y puedo ver en ti el futuro. Te veo fuerte y aguerrida; segura de ti misma. Valiente y arriesgada. Tus tres añitos todavía no te dejan ver el peligro y vivo cerrando ventanas, quitando obstáculos y tú no paras.
Tú, mi piojilla pequeña, que cuando un día te llamé bichito de luz, me contestaste seria y ofendida: soy una persona, ya tienes muy claras tus preferencias. Ya sabes bien quien eres y defiendes tus intereses rotundamente. Me asusta tanta autonomía, tanta seguridad y se me antoja detener el tiempo, pero avanza sin pausa.
Y mañana ya es tu cumple. El tercero. Te esperan la tarta y la vela que escogiste, tus botas marrones de siempre, el cerdito (tu hijo querido), los cuentos y los amiguitos del cole. Aquí estaremos papá, mamá, la hermana y la familia al completo para cantarte feliz, feliz en tu día, que tanto te gusta, y ayudarte a pedir deseos.
Te veo dormir y sueño con tu sueño, con tu olor a bebé y chocolate, con tu piel suave y tus palabras inventadas. Quiero hacer mío este momento, hacerlo eterno y recordarte dentro de 20 años este instante.
¡Te veo dormir y te amo tanto! se me llena el corazón de lágrimas felices, de abrazos pequeñitos, de cuentos de vacas sin manchas, de guerras de agua en la bañera, de mimos y besos de caramelo…
Es la víspera de tu cumple. Tarde ya... y te veo dormir.