He contado poco de Piojen. Para quien lea esto por primera vez, Piojen es la niña alemana que vino de intercambio a nuestra casa. Para nosotros era una experiencia nueva que intentamos como proyecto de familia porque es nuestro deseo que la Pioja mayor visite también algún país vecino.
Durante su estadía, Piojen se convirtió en una hija más de los Conejo-Piojo. Se integró muy bien e hizo muy buenas migas con Pioja y Piojilla. Tengo que decir que es una niña encantadora, atenta, respetuosa... que jamás dió un solo problema. Pioja y Piojen se hicieron amigas-hermanas con todo lo que ello significa y cada una ganó una confidente.
En estos meses hemos disfrutado mucho de su compañía y creo que para ella también ha sido una grata experiencia. Hemos aprendido algunas palabras en alemán, otras en italiano; Pioja a mejorado su inglés y Piojen el español. Pero especialmente, creo que lo que más han ganado es la amistad mutua. Piojen es hija única y Pioja se lleva muchos años con la pequeñita... necesitaba una hermana así.
Se han tenido una a la otra.
Seguramente es difícil entender cómo en poco tiempo se puede apreciar tanto a una persona. No puedo explicarlo... pero he "adoptado" a esta dulce adolescente y me he sentido su mamá. Hemos vivido unas cuantas aventuras, paseos, risas; hemos compartido la mesa y largas conversaciones sobre el sentido de la vida, sobre el estado del mundo, sobre qué hacer para mejorarlo. Es una apasionada del debate y ha sido interesantísimo sentarnos las 3 a solucionar -en teoría- los problemas del universo.
Conocimos también a sus padres y compartimos unos días con ellos como si fuesen amigos de toda la vida. Ahora entiendo porqué ella es como es: sus padres le llenan de amor.
Un día recibió la noticia de que tenía que presentar un examen de francés de un nivel superior al suyo, pero que correspondía con el de su clase en Alemania. No hubo forma de que el colegio en España acepte cambiar las materias optativas por más horas de francés (a pesar de que las calificaciones españolas no le valían de nada). No hubo forma de que su organización acepte un cambio de colegio a uno con créditos en francés... así que no quedó más remedio que echar la solicitud en un cole en Francia. Acaba de volar hacia París para instalarse en 2 días en un pueblecito del sur y pasar allí el resto del año académico.
Por eso hoy estamos tristes. Mi Pioja estaba inconsolable y yo tampoco he podido evitar llorar al despedirnos. Nos hemos dado un fuerte abrazo, diciendo hasta pronto. Después de verla desaparecer junto a su violonchelo por la puerta C, rumbo a Francia, se me ha quedado el corazón un poco tocado y los ojos muy húmedos. Piojilla no entendía lo que significaba "irse" y apenas entramos al coche, preguntó a qué hora volveríamos a recogerla.
Se ha ido nuestra hijita postiza pero tenemos la seguridad de que volveremos a verla pronto. Que la amistad que ha unido a mis dos hijas, la rubia y la morena, durará mucho tiempo. Y a ver si en unos años, cuando vuelvan a leer esto que escribo, se dan un abrazo cómplice y brindan por aquel día en el que se conocieron.
:-)