Quiero dedicar este post a la mamá de Guzmán,
con infinita admiración
Se anuncia el positivo y empieza una verdadera ruleta rusa de emociones. Meses de vértigo, ilusión y cientos de pequeños miedos. Miedo al dolor, a que el hijito no sea tan guapo como esperamos, a que algo no salga bien... Parece ser que los ocho primeros meses pasan volando y el último se detiene. Cada día es eterno y el bebé se hace esperar. Pero el bebé nace. Es perfecto.
Muy pocas veces las madres pensamos en el siguiente día después del parto. No hay por qué. Todo ha salido bien, tenemos el hijo deseado. Es hermoso y está sano. Aunque estemos heridas y hayamos pasado un parto traumático, el milagro de la vida es nuestro. Le tenemos cerca y está bien.
Qué difícil es hablar de un tema doloroso que vemos desde lejos, pasando de puntillas para que no nos roce. El cáncer infantil y el día a día de sus madres. Lo que no se ve, no existe, dirían los avestruces.
¿Podemos imaginar cómo es un día para una mamá en esta situación? ¿Qué pasa por su mente? Imposible ser empático sin sufrir.
Tengo presente que la enfermedad -el cáncer o cualquier otra- nos puede elegir en cualquier momento; a cualquiera. No hace ditinciones ni discrimina realmente. Para la enfermedad somos números. Tú no, tú sí... El pensar "esto no puede sucedernos" es una ilusión.
Viví de muy cerca el cáncer infantil en mi propia familia. No fue una historia feliz. Este hecho marcó mi embarazo y mi primer año de experiencia como mamá. Por eso, cuando hace unos días mi amigo Eric me envío un enlace a su causa particular, me emocioné y le prometí que hablaría de ello en este espacio.
El cáncer tiene mil caras. Y a su vez, sé que específicamente el cáncer en la sangre puede tener muchas variantes. Y que no hay cura para todas. Que cada día se hacen nuevos estudios y se prueban nuevas técnicas de curación. Que podemos hacer algo: Donar. Convertirse en donante de médula, o donar dinero o donar tiempo. Hablar sobre ello, involucrarse activamente de alguna forma. Hay muchas maneras de comprometerse con esta causa.
Hoy quiero dedicar este post a esas mamás. Las otras madres... las que no tienen dos días iguales. Las que descansan poco y mal, vigilando el sueño de esos niños que no duermen en casa. Admiro a las otras madres (y a los padres), las que viven en hospitales y aún así sonríen a sus pequeños. Tienen esperanza siempre y se cambiarían sin dudar por los hijos que cuidan. Admiro su fortaleza porque creo que yo no la tendría. Qué fácil es mirar todo desde este lado del espejo...
Tú no, tú sí, tú no, tú sí. Nunca se sabe. Quisiera no tener que pasar por la experiencia nunca. Pero si un día me tocase, quisiera que hubiese gente suficientemente generosa. Por eso quiero hacer algo además de escribir este post. Voy a hacerlo. Os animo a que lo hagáis.
Para saber más: