Citología. Una visita de rutina.... no tenía intención de ir, pero hacía un tiempo que no me hacía ninguna y también pensé que era una buena excusa para conocer a la matrona, hablar con ella de los grupos de madres, contarle de Entre Mamás...
Vaya error. Lo que voy a contar hoy me apena y me descoloca. Pasaron más cosas pero durante el día se han borrado de mi mente. Estoy escribiendo y sé que algo se me va... pero no recuerdo qué es.
Pongo aquí la conversación por puro desahogo. Antes de entrar, una chica rumana, muy gordita me pregunta si es "ahí" donde hacen los Paps. Yo le digo que sí, que estaba esperando a que alguien llamase. Ella está nerviosa, tiene un acento muy fuerte y un aspecto muy sencillo. Me dice: Es mi primera vez, tengo miedo.
Yo sonrío y le digo: no será nada, ya verás. Es un poco molesto pero pasa rápidamente.
A continuación, me llaman para que entre.
- ¡Buenos días! - saludo con mi mejor sonrisa. No me contesta nadie. Intento de nuevo.
- ¡Buenos días! La matrona no me mira. Tampoco me contesta. La residente sí; me dice buenas y me pregunta que a qué venía.
- Es que tenía hoy una citología. (sigo sonriendo)
La matrona sigue sin mirarme ni saludarme. Se dirige a la residente: Hazle la citología.
La residente me trata con cuidado, me enseña dónde debo desvestirme, me dice que me ponga en el potro y me da una sabanilla. Está en ello pero no puede con la muestra y se lo dice a la matrona.
La matrona se sienta frente a mí y me ordena: baja el culete, que así no puedo. Y relájate, no puedes estar tan tensa.
Yo obedezco, intento ayudar. Ella lo intenta al menos 4 veces, mete el espéculo cada vez con menos delicadeza, siento que abre algo.... me duele. Me quejo. Vuelve a sacarlo y me dice en un tono muy seco, casi enfadado:
- Es que a ver... Esto es algo que no he visto antes. ¡Tienes la vagina muy larga!
Yo, creo que no he escuchado bien. - Qué? ¿Muy larga?
- Sí, muy larga! y es que no tenemos material para una vagina así. El espéculo se queda corto.
Insisto dándo enfásis. - Lar-ga? y ...? (pienso en contestar de otra forma, pero me callo.... quiero llevarme bien con ella. Esto es bueno? malo? Pienso en hacer un chiste tonto, pero me hubiera salido mal. Callo.)
- Sí, sí. La tienes larga, lo que no significa que seas muy alta (se ríe). Es que hay que ver. El cuello está en las profundidades. Quién se va a imaginar esto.
Y luego se dirige a la residente: Y como encima está gordita, pues se le pegan las paredes vaginales. No veo.
Yo alucino. Me ha llamado gorda en toda la cara... o más bien en otro sitio. No es por nada, pero ella está más gorda que yo.
La residente no dice ni mu. La "señora" sigue en lo suyo. Habla con la residente; no se dirige a mí.
Venga, baja el culete y no te pongas tensa. Abre las piernas bien. ¡Qué difícil hacerte una citología, vaya!
Yo, no puedo hacer más. Me siento mal. Pero no digo nada e intento "colaborar".
Finalmente termina. Yo miro hacia la parte baja de mi cuerpo de forma instintiva. Ella le dice a la residente:
- Y se mira la pobre. Como si le hubiéramos hecho algo.
Y luego a mí: - No te hemos hecho nada.
Me recompongo y me visto. Intento mantener la dignidad. Sonreir... Me pregunto cómo me puede pasar esto a MÍ, que supuestamente soy tan guerrera, que estoy tan informada, que lucho cada día porque no pasen estas cosas.
Me siento y me mira como si esperase que me fuera. No dije nada porque quería conocerla; caerle bien. Le intento contar sobre el grupo de apoyo en Entre Mamás. No me permite seguir y me dice, sin que pueda acabar de contar nada, que aquí ella no acepta publicidad (acabo de verla entregar una caja llena de muestras y "cositas de bebés" a la embarazada que iba antes que yo...)
Le intento decir que el grupo es gratuito, que se reúnen mamás para hablar de sus experiencias... Nada. No me deja continuar y no insisto.
Me voy.
No puse una reclamación porque no quería que pensase que la ponía por no haber aceptado mis papelitos. Porque pensé que ya tengo fama en mi CAP de ser "de esas"; porque mi madre pasa consulta en los CAPS y a ver si un día le toca allí... y también porque fui cobarde.
Tenía ganas de llorar. Me sentí indefensa; supongo que no hay otra forma de sentirse con las piernas abiertas ante una desconocida que urga en tu interior llamándote gorda y criticando tu vagina.
A la salida vuelvo a ver a la chica rumana. Es su turno. Me sonríe. Yo no puedo. Le había dicho que no sería nada... ella que está más gordita que yo, que es su primera vez... que tenía miedo. Si me han tratado así a mí, que iba de lista, no quiero imaginar cómo será tratada ella.
Salgo a la calle con la sensación de niña castigada y preguntándome un montón de veces cómo es que he podido volver a confiar en el sistema y pretender que podía manejarlo. Lloro.
:-(