Parece que no son nada, pero cambian la vida para siempre; se tome la decisión que se tome.
Decidir tener un hijo con 16 años es un paso que requiere mucho valor. Especialmente en una sociedad como la de hoy, en la que -independientemente del juicio moral que nos provoque el hecho- es cada vez más fácil abortar.
Decidir tener un hijo con 16 años requiere también un alto grado de sacrificio y entrega; tal vez más que en una maternidad deseada y buscada. Pasotismo ante las miradas de desprecio (sí, desprecio) y alegría ante aquellas que dan cariño y apoyo.
Hace unos años mi mejor amiga decidió que ese sería su camino y se convirtió en madre. Recuerdo su lucha diaria y sus lágrimas. Recuerdo su ilusión y el miedo...
Después de 12 años de compartir las aulas, su nuevo estado fue señalado como "inaceptable" en nuestro colegio privado y católico. Le invitaron a irse faltando sólo unos meses para la graduación. No permitieron que su foto saliese en el anuario ni en el cuadro de la "promoción".
Nuestra clase, contestaria y rebelde, se puso en pie de guerra. Amenazamos con todo tipo de huelgas. Protestamos, nos rasgamos las vestiduras, suplicamos... Fue vano. Seguramente nuestro intento fue inútil porque ningún padre o madre nos apoyó. A ninguno le pareció mal que una niña de 16 años fuese estigmatizada por su pronta maternidad. Yo entonces lo califiqué de doble moral e injusticia. Muchas de nosotras no éramos vírgenes... simplemente habíamos tenido más suerte.
El año siguiente, apenas terminadas las clases, me quedé embarazada y decidí tener ese bebé. Entonces ya no tenía que dar explicaciones en ningún colegio y no hubo problemas en asistir a la universidad con mi incipiente barriguita. Otros tres de mis amigos, compañeros de clase, se embarazaron ese mismo año y todos decidieron afrontar el reto de tener a sus hijos. Hacer el amor conlleva ese riesgo, se tenga la edad que se tenga, se pongan los medios que se pongan...
Cuento esto porque hace unos días recibí el link de un programa (dramatizaciones de casos reales) que no hubiera merecido mayor atención si no fuese porque contaban (como en un juzgado) el caso de una niña embarazada, alumna de un colegio privado a la que intentaban echar por su estado de gravidez. La madre -muy joven- increpa a la directora del colegio y le exige que readmita a su hija y le permita graduarse con sus compañeros de toda la vida. El chico "culpable" de aquel embarazo era también un niño del cole, pero no había sido castigado ni reprendido por ello. Después de un montón de argumentos falaces en contra del embarazo y sus posibles consecuencias como "mal ejemplo" para los otros niños, después de un debate polémico, el juez decide. Su decisión me emocionó. Qué diferente hubiera sido la historia si un solo adulto hubiese defendido el derecho de mi amiga como este juez lo ha hecho. Le aplaudo desde aquí. La niña debería ser readmitida de forma inmediata porque ningún ideario puede vulnerar los derechos fundamentales del ser humano.
Para terminar la entrada, he de contar lo que sucedió más tarde. Mis compañeros de clase, aquellos embarazados al mismo tiempo que yo, se graduaron todos de la universidad y actualmente son exitosos profesionales y señores padres/madres de familia. Me incluyo.
Mi mejor amiga, de la que estoy profundamente orgullosa y a quien admiro muchísimo, no sólo terminó el colegio en otro centro, sino que además obtuvo dos licenciaturas: una en derecho y otra en sociología. Está casada con el chico que entonces era su novio y con el que lleva 20 años de relación. Tiene dos hijos: aquella niña que esperaba, que es hoy una hermosa mujercita de casi 17 años, y un pequeño de 6. Tiene mucha más estabilidad emocional y material de la que muchos quisieran...
A veces, cuando hablamos por teléfono nos acordamos de todas estas cosas y nos da la impresión de que el tiempo no ha pasado. Conservamos el espíritu joven de entonces y tal vez por eso, podemos entender a nuestras hijas mejor de lo que nos entendieron a nosotras.
Querida amiga, brindo por tí, por tu maternidad y por tu fortaleza. Te quiero.
Pd. Todo esto sucedió en Bolivia... muy lejos de aquí. Pero para quien piense que son cosas que pasan sólo en tierras lejanas, dejo este dato: En España, la edad media del primer contacto sexual es de 14 años y cada 18 minutos se queda embarazada una adolescente. No tapemos el sol con un dedo, no sea que recibamos una lección de humildad.