A las 16:05 nacía. Se la llevaron corriendo porque no respiraba,
no tenía tono. La vi dos segundos; fugaz, como un pez en la pescadería: gris y
flácida. No nos dejaron tomar fotos, literalmente: “por si acaso”. Por si acaso
qué? Pensé que estaba muerta y esa sensación no se me olvidará nunca. La
intubaron… lloró. Entonces el alma
también volvió a mi cuerpo y ya no solté más a mi hija.
Podría hablar de lo difícil que fue el postparto, la
lactancia complicada, la soledad que sentí… pero echando la vista atrás, quince
años después, me doy cuenta de que no cambiaría ni una coma de esta historia.
Aquellos tiempos oscuros dejaron un sol brillante. Sofía,
maravillosa Sofía. Y todo lo bueno que ella trajo. Romperme. Reconstruirme.
Ofrecer lo que sé. El activismo. Las hermosas y grandes amistades que a lo largo
de estos años han surgido. Entremamás.
Sofía, sabiduría. Me dijo con tres años que ella no era un
bichito de luz sino una persona. Soy una madre terrible… lo sé. Pero seguro
sería peor si ella no hubiera nacido así, si todo esto no hubiera pasado.
Porque ella despertó en mí la consciencia, la solidaridad con otras madres, el
amor por la infancia.
Brindo por mi hija hermosa: Mi mediana. Mi niña arcoíris. La adolescente que todos quisieran tener en su
casa. Llena de luz, de energía. Creativa, amante de las cosas bonitas,
excelente alumna y compañera. Amada hermana, sobrina y nieta. Querida por
todos, siempre. Quien la conoce sabe que no miento. Es un tesoro tenerla; un placer abrazarla,
aunque sea ya más alta que yo. Buena
como un pan.
Brindo por ti hijita. Por cómo cambiaste mi vida. Por todo
lo que nos has dado a tantas: Porque Entremamás existe. Felices Quince años y Gracias.
Te amo.