Termina el 2009 y aquí estoy, haciendo balance.
Muchas cosas buenas han pasado este año... nos mudamos a una casa que me hace muy feliz, nació mi sobrino querido, la piojilla mejoró del asma, la pioja alcanzó un sueño junto a su mejor amiga, tuve un cumple espectacular, unas vacaciones en un sitio hermoso, hemos comprado un coche que adoramos, la familia ha estado unida y sana... ha sido un buen año en muchos aspectos.
Por lo que toca a este mundo maternal, ha sido fructífero: Me han contado muchas historias de partos bonitos, he sido testigo de lactancias que han triunfado. He conocido mucha gente buena, he reforzado amistades y he recibido muchos abrazos. He sido feliz.
Pero también he de reconocer que éste también ha sido un año de grandes desilusiones. He perdido la confianza en entidades y personas que yo pensaba que eran de una manera y luego resultaron de otra. Han sido demasiados desengaños para doce meses.
He comprobado que todo este asunto de la maternidad consciente interesa a muy pocos, y que mucha gente a la que veía convencida y entregada a la causa, se transforma cuando sus intereses se ven comprometidos. Este es un tema que empezó a principio de año y que personalmente me ha afectado enormemente, especialmente en la última temporada; que me ha hecho pensar mucho en el objetivo de mi grupo Entre mamás, el sentido de este blog, mi compromiso con los grupos de apoyo y las asociaciones a las que pertenezco, mi voluntariado en general... mi dedicación a todo esto. A veces pienso que estaría mejor con mis hijas, en mi casa, en vez de tratar de "salvar el mundo".
Quiero pensar que veo las cosas oscuras porque el clima no ayuda al ánimo, porque he terminado el año muy cansada de la oficina, añorando a mi compañera de trabajo cuya ausencia se nota tanto (vuelve por favor!); sintiendo a todo el mundo paranóico con el asunto de "la crisis", "de la que se nos viene encima", sientiendo miedo de que pueda ser verdad. Cansada de pelear con la gente por defender mi crianza, mi filosofía y mi forma de ver la vida. Pensando si de verdad no seré yo la rara y no este mundo tan gris que ama cada vez menos a los hijos y nos esclaviza a las jornadas laborales.
Papá Conejo dice que es que el fin de año me pone así, pesimista y lacrimosa y que apenas comience enero y deje de llover, se me irán mis nubes negras. Cósima, mi amiga querida, siempre ahí: escuchando mis quejas y dándome ánimo, piensa que es un bajón... una mini fase necesaria para tomar impulso y renacer. Y me llama, me cotorrea sus cientos de ideas, me ofrece espacios, me invita un café. (Eres grande, amiga).
En fin... se me pasará, espero.
Y bueno: No puedo terminar el año sin dar las gracias a todas las mamás que confiaron en mí y me visitaron; las recuerdo a todas y tengo un lugarcito especial en el corazón para cada una de ellas y sus hijitos. A quienes leyeron mi blog, a quienes me escribieron e-mails y mensajes.
A mi amiga Rous, por su compañía, los aventones y su extrema paciencia. Por ser otra rara en nuestro mundo gris y encorbatado. A las 8 grandes, por su alegría y todas las risas, cotilleos y kilos de comida que compartimos en cada encuentro. A las dos marías del despacho: Jelen y Ana (la tercera soy yo), por compartir las horas y tener las cosas tan claras. A las niñas epeneras por su trabajo de hormigas a pesar de las diferencias.
Y desde luego a mi amado: por aguantar sin quejas todas las horas que le robo con el "monotema". A mis hijas por ser ellas mismas y poner a prueba mis teorías; porque cuando creo que todo esto es de humo y más me valdría ser "normal", me sueltan unos párrafos filosóficos proapego-proparto-proteta imposibles de objetar y es entonces cuando siento que no puedo estar tan equivocada...
¡Felices fiestas a todos!
Claudia.
La ilustración es de la colección Madres, de Mamani-mamani.
Uno de mis pintores favoritos.