jueves, 26 de noviembre de 2009

Antes de la primera paliza

No te pongas eso que se tranparenta. Con esa minifalda no.
No hace falta que enseñes nada si eres bonita igualmente. Te quiero sólo para mí.

¿Quién es ese? No le hables, le das importancia. No saludes. No salgas, no llames a nadie. Claro que puedo ver tus llamadas del móvil. ¿Para qué necesitas ir a clases de danza? Si estás mejor en casa; quién va a cuidar a los niños? Además estás gorda. Se van a reir de ti. Siempre dices estupideces. Tenías que ser mujer.

¿Tú, conducir? Jajaja, si da hasta risa. No hagas caso a tus amigas; tienen envidia de nosotros. Eso no es "pegar"; ha sido un empujón y ni siquiera ha sido fuerte. Es que me sacas de las casillas.
No llores. Por favor perdóname... no sabía lo que hacía.


Y entonces justificar: No me quedan bien las faldas. Tengo frío, por eso no me saco la chaqueta. Me di contra una puerta. Me caí de las escaleras. No sé ni cómo me hago moratones. Me ha pedido perdón; me quiere.


Antes de la primera paliza, ya le han maltratado de muchas formas. Le han comido la cabeza; no es que sea tonta. Es que se siente así. Y por eso es muy fácil juzgar y decir "lo que yo haría/hubiese hecho en su lugar".
Antes de la primera paliza, ya no se es una mujer. Ella se ha reducido a cero. Ya no piensa, no se ama. Antes de la primera paliza, primero han destrozado su amor propio y casi agradece tener a alguien que "le ame".


Vale. Este no es un post sobre niños. O casi... porque ellos son testigos mudos y sufren también.
Dejo este vídeo que hace pensar mucho y es mi forma de apoyar el día internacional contra la violencia de género.
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domingo, 22 de noviembre de 2009

20 años: Declaración de los derechos del niño

Hace unos días que Piojilla vio en la tele una noticia sobre el hambre del mundo. Se veían imágenes de niños hambrientos de otras latitudes, madres sin expresión, gente gris... como si todo fuera en blanco y negro. Me vio triste y me preguntó qué me pasaba. Entonces le expliqué, como pude y entienden sus 3 añitos, que existen otras realidades. Que hay mamás que lloran; que hay hijitos que no tienen qué comer y que mueren de frío y de pena.

Entonces, ella, en su inmenso corazón y su tierna inocencia me dijo:

Ya sé mamá: tengo una idea!! Les traemos a casa y les damos comidita y les prestamos nuestras mantas. Así no tendrán ni frío ni hambre. Les queremos a todos.

Y no tuve corazón para decirle que no era tan simple. Que no entraban todos en casa, que no eran suficientes nuestros brazos, que no había comida para todos... y de repente, pensé: todo esto son excusas. Porque tal vez, si cada uno hiciese algo, si estuviésemos dispuestos a renunciar a la mitad de nuestras "riquezas" para equilibrar la situación... entonces seguro que sería posible cambiar las cosas.

Y por eso, le sonreí y le dije: Sí hijita... es una gran idea.

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A 20 años de la declaración de los Derechos del Niño, sigue siendo eso: Una declaración de intenciones. Aquí va, para recordarla y no olvidar los niños que ayer fuimos.

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domingo, 15 de noviembre de 2009

Llega el amor

Ay el amor, el amor...

Recuerdo el amor de la adolescencia con mucha ternura. Se ama intensamente. Y acaso, nunca más se siente esa ansiedad que retumba en el corazón al “verle desde lejos”, al esperar una llamada, darse el primer beso. Se ama con inocencia, se espera todo, se da todo...
Después del primer amor y especialmente, de las primeras lágrimas del desamor... cambian muchas cosas en nuestra forma de ver la vida. Nos hacemos un poco mayores; a veces, maduramos y todo.

El primer amor es doloroso. Especialmente porque no suele ser el último. Se sienten mariposas cuando es correspondido y cristales rotos cuando no lo es. Todas las canciones de amor están escritas para ti cuando se ama. Pero cuando todo acaba, parece que en la radio sólo ponen canciones tristes.

Hablo del primer amor; no del noviete de un día... del rollo de vacaciones. Hablo de la primera vez que los sentimientos se apoderan de la razón y los días se hacen cortos si está él y eternos, si no está.

Lo estoy viviendo de cerca. Casi lo siento en mi alma. Y no es por estar yo enamorada -que también- sino porque... se adivina? Ufff... casi ni me salen las palabras. Me cuesta escribirlas:

Mi Pioja, ama.

Qué verbo tan difícil y tan sencillo a la vez. Veo todo desde un palco, intentado ser discreta y prudente. Sólo pregunto si veo el camino llano, y agradezco mucho que ella confía en mi y me lo cuenta (¿todo?).
La veo ilusionada y feliz. Me aterra. Me dan miedo miles de cosas; supongo que las típicas cosas que dan miedo a las mamás de adolescentes. No quiero ni decirlo en alto, por si acaso...
Está enamorada. Ayyyy. Papá Conejo, mudo. Y yo, por lo menos suspiro aliviada de saber que es un niño como ella, que conozco a sus padres, que tiene permiso hasta la misma hora y que vive en nuestro barrio. No sé cómo hubiera reaccionado si hubiese sido un chico cuatro años mayor, con moto y mucha vida detrás... admiro a mi madre cuando le tocó y temo que un día, ese día llegue.
Escucho la música en la habitación de mi Pioja, ajena a lo que escribo. Ajena a mis pensamientos y a mis temores. Sonríe cuando pregunto; a veces soy su cómplice. A veces no… y sólo escucho risitas, murmullos.

Recuerdo mi primer amor, mi primer desengaño; las cartas eternas y las lágrimas sinceras. Era entonces una niña y me sentía una mujer. No tenía miedo de nada; creía que mi madre exageraba.
Hoy exagero yo, es parte de la vida…

domingo, 8 de noviembre de 2009

Mujeres grandiosas


Somos pequeñas; nada valemos;
no realizamos gigantescos esfuerzos ni titánica labor;
pero cayendo una tras otra durante días, años y siglos,
llegaremos a romper la roca

("Gotas de agua" - C. C Vigil)




Un año más, he asistido a la Asamblea de Socias de El Parto es Nuestro.
Cada vez que me reúno con las mujeres de EPEN, salgo fortalecida y llena de energía. Como diría mi amiga Ángela, esto es casi un vicio: Verlas, abrazarlas, conocerlas, reconocerlas, escuchar sus voces, sentir la emoción de sus historias, de su lucha personal, conocer del grano de arena que cada una pone para hacer juntas la lucha de todas.

No hay espacios suficientes para agradecer a cada una de estas mujeres su amor y pasión por esta causa. Tal vez ahora no lo sabe nadie, pero estas mujeres están haciendo historia. Son parte de ella y la construyen día a día. El trabajo es inmenso y es pequeño, es multifacético e importante en todas sus escalas y ámbitos. Nadie hace poco.

Muchas de ellas han canalizado su dolor hacia la contención y el acompañamiento de otras mujeres. Otras han llegado hasta aquí antes de cualquier odisea maternal y pueden contar partos bonitos y nacimientos respetados. Cada día son más y eso nos hace fuertes y nos enseña a sonreír; a curar heridas con la paz ajena.

Son mujeres cuyo trabajo diario es invisible y a veces "disfrazado" y anónimo. Son aquellas que revisan documentos hasta altas horas de la madrugada, coordinan cursos para sanitarios, organizan jornadas y participan en ponencias. Las hay viajeras, que van saltando de ciudad en ciudad difundiendo la evidencia que les da razón, compartiendo los testimonios que nos unen, saliendo en revistas y publicando libros. Socias-hormiguita trabajando en lo que parece que no se ve y son las que mueven montañas: detrás de cada embarazada cercana, contestando si preguntan, callando cuando es prudente. Son mujeres que recortan papelitos, hacen listas, llenan datos, contestan e-mails, atienden el teléfono, buscan información científica como nadie, organizan bancos de fotos, hacen estadísticas, prestan sus libros, recopilan enlaces, hablan con la vecina, asisten a las conocidas y a quien no se conoce tanto...

Son las mujeres que alegran, que tienen la palabra justa, la llamada certera. La lágrima que acompaña, la mano que sostiene. Mujeres que hoy he abrazado, otras a las que no he visto pero que han estado allí en corazón y en espíritu. Madres generosas que ofrecen a esta causa lo más valioso que tienen: su tiempo y su energía.

Gracias una vez más por todo aquello que hacéis. Gracias por compartir vuestra ilusión; por vuestro esfuerzo. Tal vez no falte tanto... Un día todo este sueño será verdad. Un día, nuestros nietos alucinarán con las historias de sus abuelas, de mesitas en la puerta del Sol y asambleas con niños colgados a la teta...

Un día, dudarán de nosotras y pensarán que chocheamos: Pero abuela, si nunca se ha separado a los niños de sus madres... desvarías.
Y nosotras sonreiremos con sonrisa de viejitas y nos acordaremos de días como éste.

Os quiero.




lunes, 2 de noviembre de 2009

halloween


Escribí esta entrada en dos partes, porque aunque empecé en la fecha que aparece, resulta que la fiesta terminó con novedades... (ver final)
y por eso termino de escribirla hoy.



¡¡¡¡Buuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!
Sustos, arañas, tumbas y brujas. Todos nos hemos reunido en casa de los abuelos para festejar el cumpleaños de Piojen -dulces 16- y la "noche de brujas" o Halloween para los más guiris.
Nos hemos divertido muchísimo.

Hemos preparado todo con anticipación, recogiendo ideas, haciendo mini-presupuestos (casi no hemos gastado nada), confeccionando trajes y disfrazando la casa de castillo tenebroso.

Piojilla iba disfrazada de brujita feliz, Pioja de "la muerte-guapa", Papá Conejo de "el señor de las tinieblas", mi padre -el mejor disfraz- de Drácula anémico; mi cuñada Ale de "egipcia muerta", mi hermano de Jedi (repitió traje porque se lo cosió mi madre y está tan bien hecho que hay que ponérselo en todas las ocasiones), Luciano de "esqueleto gordito" y mi madre de una fantástica Cruela de Vil.
La cumpleañera se vistió de "Maga mala", con unas súper pestañas y uñas postizas.


También disfrazamos a la perrilla (un bichón maltés, hermano de mis hijas), de diablesa.
Además, mis padres invitaron a unos amigos que vinieron de Morticia Adams, Cleopatra valenciana y Jeque Petrolero, respectivamente. Sólo faltó mi hermana, que está de viaje y no pudo participar de la fiesta :-( más que por teléfono.

En fin... comimos, jugamos a carrera de desafíos (party & Co., por si lo queréis comprar) y terminamos en "tablas" porque el equipo juvenil nos estaba dando una paliza y no podíamos alcanzar sus méritos, ni siquiera haciendo trampa.

El concurso de disfraces fue muy reñido, pero finalmente ganó la piojilla, que hubiera sido la única que se hubiera enfadado si no le dábamos el premio: Una hermosa calabaza llena de chuches y caramelos.
(en la foto, se ven unas tumbitas de chocolate)

Terminamos a las 3 de la mañana muertos de risa y de sueño. Hasta ahí la fiesta.

Pero luego...Piojilla había estado resfriada desde días antes y cuando le abracé y le di unos besos de buenas noches, le sentí con la cara ardiendo... A las 6 de la mañana tenía 40 grados y para poderle bajar la fiebre - no hubo forma de bajársela con otras cosas- tuve que meterme con ella a la bañera. Tenía "la gripe". Sí, esa.

Hoy, 8 días después y luego de haber pasado esta semana en el encierro absoluto, está mucho mejor. De momento no ha caído nadie más o tal vez sí y no nos hemos dado cuenta jijijiji.


Ausente, pero no.

  No entro mucho por aquí aunque lo estético sea estar presente en redes. Y lo que sucede en realidad es que los días pasan rapidísimo y no ...