jueves, 25 de febrero de 2016

Diez

Nevaba. A lo mejor como señal de lo que después vendría. Del tsunami emocional. De la catarsis. De la metamorfosis. 

Mi único rayo de sol en esa mañana gris y fría. Viniste a cambiarlo todo y todavía no soy capaz de perdonarme nuestro primer encuentro. Cuando te vi y no te encontré mía. Por favor que no me vuelvan a decir que si te informas, decides. Es un insulto. 

Creo que no he vivido más puerperios que este; suplicando que no llores. Sola entre tanta gente. No servía saber. 

Te abracé fuerte y me dejé llevar. Y me llevaste a descubrir otras maternidades. Los tantos lados oscuros con los que en los diez años anteriores no me había topado. Los que ni siquiera sospechaba que existían. 


Abracé a otras madres con historias como la mía. Abracé a otras madres con historias más tristes. Abracé a madres sin niño. 


Se me abrieron los ojos y no pude cerrarlos más. 


Lloro pequeña. Por todo lo que no pude darte y en cambio, mira todo lo que me has regalado. A mí y a tantas.
Diez años, maestra. Te amo.




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