sábado, 26 de abril de 2008

Madres felices, hijos felices

Cuando estoy contenta, es como si con mi alegría propagara un virus altamente contagioso. Veo reír a mis hijas y somos todos felices en casa.
Mi estado de ánimo se contagia en el ambiente de manera sorprendente, en lo bueno y en lo malo: Mi tristeza o mal humor es también transmisible, como una planta de esas trepadoras que se meten en todos los sitios. Es algo que no puedo evitar.

Por eso, creo fundamental que para que los hijos sean felices, deberíamos intentar en la medida de nuestras posibilidades, ser felices también. Hacer cosas que nos gustan, sentirnos plenas en todos los sentidos. Creo que desconectar de vez en cuando es necesario y saludable para todos, para no “quemarnos” con la rutina diaria y hacer frente, con serenidad, a los pequeños tropiezos.

Retomo el Continuum, de Jean Liedloff y comprendo mejor esta necesidad de ser felices para trasmitir felicidad. Los niños quieren madres seguras, amorosas, pero firmes, que sepan irradiar esa confianza. Le cito:

Una madre o un padre que sólo se dedica a cuidar de su hijo lo más probable es que se aburra y resulte aburrido para los demás, y no sólo eso, sino que cuide a su hijo de manera incompleta Un bebé necesita estar en medio de la vida de una persona activa, manteniendo un constante contacto físico y siendo estimulado por una gran parte de aquellas experiencias de las que el bebé participará en el futuro.

Cuando Valeria era pequeña y yo conocía todo esto sólo de manera instintiva, le llevaba en brazos a todos los sitios. Se crío como una pequeña canguro, atenta a mi vida y a lo cotidiano. No se me ocurría que podía ser de otra manera, aunque recibía mil críticas de parte de los civilizados. No me arrepiento ni un pelo.

La maternidad debe ser placentera.
La vivo así. Llena mi existencia.
Pero mi vida también tiene matices que me hacen sentir plena de otras formas. Comparto risas y tristezas, un café, el trabajo, el grupo de lactancia, las madres amigas, mi profesión. Mi marido: mi amigo y mi compañero. Las interminables charlas con mi madre, ir de tiendas con mi hermana. Este blog y la horita de Internet.
Tiempo para todo, incluso para no hacer nada de nada y sentir que las horas pasan sin ser aprovechadas.

Nos sentimos bien y se sienten bien afirma Liedloff. No podría estar más de acuerdo.
Tengo muchas caras y por ellas, soy feliz. Somos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, muchacha, ya veo qu ehas escrito mucho, compartido mucho...yono te puedo discutir nada, pues básicamente creo y practico lo que tú haces...
Como dijo Carlos GOnzalez cuando vino a Madrid:
Cuando mis hijos eran pequeños no sabía si mi estilo de crianza era el mejor para su futuro, pero si era elúnico que yo podía vivir....
Bueno, más o menos, je, je

Claudia dijo...

jijji... ya ves... he estado ocupada.
Este puente ha cundido. Por cierto: Feliz día de las madres españolas!! Yo celebro el 27 :-)
besitos
Clau

Maite dijo...

Qué bonito, no lo había leído hasta ahora!! y con esa música de fondo, casi me pongo a llorar.

un beso!

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