Parece increíble que sea preciso
recordar de dónde venimos y cuáles son nuestras necesidades básicas. Que algo
tan sencillo como nacer a los brazos de nuestra madre y no separarnos más,
tenga que ser discutido, debatido y puesto en duda. Que incluso profesionales
de la salud pongan obstáculos y cuestionen el espacio sagrado del bebé y su madre,
que se ofrezcan “nidos” como si fueran un lujo… cuando deberían estar
prohibidos. Dice Michel Odent que cuando
un recién nacido aprende en una sala de nido que es inútil gritar... está
sufriendo su primera experiencia de sumisión.
Peleemos a diario con el instinto
de cuidar a la cría recién nacida, no vaya a ser que se acostumbre al amor.
Dejémosle llorar para que ensanche sus pulmones (escuchado ayer mismo…). Oír
que los bebés nos manipulan, nos toman el pelo. Que qué listo es… que solo
quiere brazos.
Ya en el prólogo del maravilloso
libro que tengo ahora mismo en las manos, El amor maternal, me encuentro esta
frase contundente:
“Que alguien sea una gran persona, solo significa una cosa: Le han
querido.” (1)
Así se resume la importancia del
Amor Maternal en el desarrollo del cerebro humano y cómo afectará su carencia
en la gestión de sus emociones cuando sea adulto.
El Amor Maternal, escrito por SueGerhardt, debería ser un libro de cabecera. Leerse de forma obligatoria en las facultades
de Ciencias de la Salud. Ofrece un
compendio de estudios y referencias de lo que es un secreto a voces: Los bebés
necesitan ser amados. Porque ser amado y amar es no solo importante, sino
definitivo para el ser humano que será el día de mañana ese bebé que hoy nace.
La madre pare, el bebé llega al mundo y en principio no tiene otra forma de comunicarse
que el llanto (2). Su necesidad de ser atendido es vital. Vital quiere decir de
vida o muerte. Porque el bebé nace absolutamente indefenso y vulnerable. Con un
cuerpo que no conoce ni es capaz de mover a voluntad, con sensaciones que hasta
ese momento no había experimentado como el hambre y el frío. Sentir el abrazo de su madre, como lo único
que reconoce seguro y agradable, le da la oportunidad de ser
bienvenido al mundo.
Pero no ocurre solo en ese
momento… La personalidad de ese bebé se forma desde el embarazo y durante los
primeros años de vida: su cerebro social adquiere forma y la respuesta al
estrés -al igual que su sistema inmunitario-
desarrollan su potencial a partir de las relaciones que tiene con su entorno.
Con su madre en primer término.
La importancia de atender el
llanto del bebé, calmarle si está angustiado, ofrecerle un regazo cálido no son
propios de “estilos de crianza” en particular, sino que tienen una base
científica ampliamente estudiada: Hace mucho que se sabe y entiende lo
perjudicial que el estrés puede ser para el cerebro del bebé. Sin embargo,
siguen teniendo éxito métodos diversos de adiestramiento de las conductas
puramente evolutivas como el dormir o el control de esfínteres.
Dejo aquí la entrevista que
Eduard Punset realizó a la autora de El Amor Maternal (primer vídeo de seis que pueden seguirse en
Youtube) e invito a leer esta obra en su segunda edición, ampliada y revisada:
El Amor Maternal. (3)
(1)
Prólogo de Steve Biddulph (psicólogo y autor de
“El secreto del niño feliz”).
3) El amor Maternal. Sue Gerhardt. Segunda Edición. Editorial Eleftheria.
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